Algunos viajan para tratar condiciones cardiovasculares, ortopédicas, de fertilidad o cáncer o para comprar medicinas.
Cuando Verónica Merrill decidió que quería reducirse el estómago para perder peso encontró dos opciones: pagar 12.000 dólares en Estados Unidos o hacérsela en México por 4.000. Empacó su maleta y optó por la segunda.
El seguro solo costearía la operación de ser obesa mórbida, con diabetes e hipertensión, y no es el caso de esta estadounidense de 50 años, que hoy pesa 95 kg y aspira llegar a 72, precisamente porque cree que “sería mejor prevenir” a estar enfermo. Decidida y después de investigar sobre opciones de turismo médico, reunió el dinero y contactó a un agente especializado para organizar su viaje a Tijuana, donde las operaciones para pérdida de peso y los tratamientos dentales son los procedimientos más populares.
Algunos viajan para tratar condiciones cardiovasculares, ortopédicas, de fertilidad o cáncer o para comprar medicinas.
Se calcula que unos 20 millones de pacientes hacen turismo médico cada año en el mundo, según la guía especializada Patients Beyond Borders, que cuenta a 1,9 millones de estadounidenses viajando fuera de sus fronteras para recibir cuidado médico. México y Colombia, que muchos estadounidenses solo relacionan con narcotráfico, así como Costa Rica y República Dominicana están entre los destinos frecuentes en América Latina. Ofrecen bajos costos e infraestructura de calidad. Solo a Tijuana viajan al año 4,7 millones de personas, entre pacientes y acompañantes, según un estudio publicado en 2015.
“No hacemos nada para regular precios a diferencia de otros países ricos”, explicó Gerald Kominski, profesor de políticas de salud en la universidad UCLA en Los Ángeles.
Y agregó: “El turismo médico desde una nación de altos ingresos es indicativo de un problema de accesibilidad y no de calidad (…). Los seguros son aún poco accesibles para quien no tiene empleo o no clasifica para los tres programas médicos”.
Europa es también un destino cotizado, aunque a diferencia de algunas economías emergentes, como Singapur, Tailandia y Filipinas, hace poca promoción para atraer pacientes norteamericanos.
No es que Estados Unidos no reciba turismo de salud: tiene uno de los sistemas más avanzados del mundo y recibe pacientes con alto poder adquisitivo. Un lujo que no puede darse Merrill, que prefirió no hipotecarse y hoy está satisfecha con su operación.