Detrás del síntoma de dolor hay un proceso inflamatorio que lo origina. Conocer en detalle las razones que lo provoca puede ser un principio para lograr alivianarlo. Para lograr que no se vuelva un problema de salud a largo plazo, siempre sera necesario desinflamar el tejido lesionado. Clave distinguir entre eventual y crónico
A lo largo de la vida todas las personas, tanto hombres como mujeres, experimentamos algún tipo de dolor. Cuando se prolonga en el tiempo, puede llegar a convertirse en un gran impedimento para llevar a cabo tareas cotidianas y afectar la vida social y laboral. No solo aparecen complicaciones físicas, sino también emocionales, como depresión, ansiedad y problemas para dormir. Esto hace que el dolor sea un problema de salud a largo plazo.
Ahora bien, ¿por qué un dolor puede instalarse en el cuerpo y no desaparecer? Detrás del síntoma del dolor hay un proceso (causa) más complejo que se llama inflamación. Aquí, el organismo lucha contra un agente extraño que puede generar algún daño y el paciente lo evidencia sintiendo dolor, tumor, calor, rubor o impotencia funcional.
“La respuesta inflamatoria ocurre con el fin defensivo de aislar y destruir al agente dañino, así como también para reparar el tejido u órgano dañado. Cuando se mantiene de forma crónica, hay destrucción de los tejidos locales y es difícil restablecer las funciones perdidas”, explica la Dra. Mariana Cannellotto (MN 108.482).
La diferencia entre la inflamación aguda y la crónica es la intensidad de los síntomas y el tiempo que tarda en llegar el alivio. “En la inflamación aguda hay calor, enrojecimiento, hinchazón y dolor, pero estos síntomas persisten poco tiempo. Ejemplo: inflamación por amigdalitis u otitis. En cambio, en la inflamación crónica los síntomas duran 3 meses o más. Algunos ejemplos son: la artritis reumatoide, la enfermedad inflamatoria intestinal, las hernias discales, dolores lumbares, lesiones deportivas, etcétera”, sostiene la especialista.
Destaca asimismo que “si la inflamación no se controla trae como consecuencia un mayor daño en los tejidos, pudiendo afectar la forma de los huesos o causar dolor y dificultad para hacer movimientos. Esta condición influye directamente en las actividades diarias del paciente, como caminar, agarrar objetos, hacer deporte, etcétera”.
Algunas de las causas que producen inflación son: bacterias, virus y hongos; traumatismos (esguinces, fracturas y lesiones), radiación o exposición al calor, componentes alérgicos en algunas enfermedades, enfermedades agudas como dermatitis, cistitis, bronquitis, enfermedades crónicas como el lupus, la diabetes, artritis reumatoide, psoriasis, colitis ulcerativa, entre otras.
Asimismo, si se suma alguna patología que desencadene procesos inflamatorios agudos, como heridas o lesiones, también hay daño del tejido nervioso.
Por lo tanto, el dolor es el principal síntoma de la inflamación. Por esta razón es fundamental tratar la inflamación para aliviar el dolor.
“El tratamiento de la inflamación depende de su causa. Por lo general se indican dos tipos de medicamentos: los antiinflamatorios no esteroideos para aliviar dolor y bajar la fiebre (algunos ejemplos son el Ibuprofeno y el Naproxeno) y los antiinflamatorios corticosteroides en enfermedades crónicas (algunos ejemplos son la prednisona o la betametasona)”, sostiene la Dra. Cannellotto, que puntualiza que otros métodos incluyen la terapia de frío y calor.
La terapia que ayuda a reducir la inflamación
La Terapia de Oxigenación Hiperbárica es un tratamiento médico no invasivo. El paciente ingresa a la cámara hiperbárica y mediante una mascarilla respira altas concentraciones de oxígeno a una presión superior a la atmosférica normal.
Se utiliza para muchas patologías en las que hay inflamación. Según la Dra. Mariana Cannellotto, “esto se debe a que el oxígeno hiperbárico produce una contracción de los vasos sanguíneos (vasoconstricción) que se dilatan en el proceso inflamatorio.
La terapia en cámara hiperbárica disminuye el edema y el dolor. Igualmente reduce la inflamación aguda o crónica porque disminuye los químicos que producen y prolongan el proceso inflamatorio. En consecuencia, no sólo trata el síntoma (dolor), sino también la causa (inflamación)”.
Gracias a su efecto antioxidante, el proceso de desgaste celular o estrés oxidativo también se aminora con el tratamiento de oxigenación hiperbárica.
El oxígeno hiperbárico restaura la funcionalidad celular y disminuye la inflamación crónica relacionada al deterioro en patologías crónicas.
De esta manera, puede resolver la inflamación incluso en el sistema nervioso y así frenar el deterioro causado por las enfermedades neurodegenerativas (como Parkinson, Alzheimer y otros tipos de demencia). Además, al disminuir la inflamación (incluso la neurológica), permite que se desencadene el proceso de regeneración de tejidos en heridas de diferentes tipos y en lesiones neurológicas. De este modo se logra una imporante disminución del dolor, además de mejorar la calidad de vida del paciente.