El clima parece estar cambiando en Rosario. Desde hace años se ve un fenómeno con veranos cada vez más calurosos, inviernos con mínimas más altas y mayores niveles de humedad. Algunos señalan al calentamiento global como culpable, pero otros también apuntan a la forma en la que se está urbanizando la ciudad como la culpable de este viraje. Por ello, los especialistas sostienen que la región atraviesa oscilaciones meteorológicas que hacen subir y bajar el termómetro de un modo inusual en ciertas épocas del año.
Entre los que se encolumnan detrás de esta tesis está el meteorólogo Oscar Monjelat, director del grupo Cazatormentas del Sur. “Rosario tiene viento preponderante desde el noreste. El viento brinda la posibilidad de mantener condiciones confortables en una ciudad, porque es el que despeja ante una situación de mal clima persistente”, explica el especialista.
Monjelat sostiene que en Rosario, al igual que en otras grandes capitales del mundo, “como Santiago de Chile o México D.F., “esto no ha sido tenido en cuenta para la planificación de la construcción. Han acordonado la costa con altos edificios. Es como tener una casa mal orientada: impide que esté bien ventilada. El centro está soportando cada vez más temperaturas más extremas, porque el viento se desvía y pasa por encima de las torres, generando una isla de calor”, menciona.
Isla de calor
El fenómeno de isla de calor consiste en “una importante zona urbanizada que por mal diseño de su desarrollo, impide el ciclo natural de calentamiento diurno y enfriamiento nocturno. Asimismo, dificulta también una normal ventilación por efecto de los vientos” desarrolla el técnico, quien afirma que una eventual consecuencia de esto es la posibilidad de sufrir “tormentas más violentas”.
“Es un error de urbanización: la ciudad tendría que ser más baja hacia el río, y más alta hacia el centro. Para que los pocos que pueden pagarlo disfruten de esa vista, el resto padece una peor calidad de vida. Hay que dejar de ver todo por el lado de los negocios, y pensar un poco en el bien común. Pero la especulación inmobiliaria es imparable”, indica.
El experto en meteorología severa y cambios planetarios señala que el viento no sólo refresca la región central de la ciudad, evitando daños a la salud cuando hay olas de calor, sino que además en invierno “limpia de partículas nocivas, como la polución, o gérmenes y enfermedades, que tienden a vivir más sin viento que las disperse”.
En ese sentido, agrega que “hay estudios que muestran que en estas circunstancias la proliferación de padecimientos de las vías respiratorias es mayor. Por algo los médicos siempre recomiendan permanecer en ambientes ventilados. La ciudad es un gran ambiente, y la forma de mantenerla ventilada es permitiendo que el viento circule libremente”, compara.
Además, Monjelat afirma que la construcción de hileras de edificios pegados en el centro bloquea la luz solar, evitando “la influencia positiva del sol para el organismo”, en especial la síntesis de vitamina D al estar expuesto de manera moderada. “Lo que hace todo esto es restarnos calidad de vida”, sintetiza.