Un papá es el mejor superhéroe que puede existir: protector, capaz de hacer lo que sea con tal de ver a sus hijos felices; un hombre que brinda amor, cariño y atención.
Hay gran cantidad de padres que son ejemplos de lucha y fortaleza, pero existe uno que, sin duda, se lleva los aplausos por desempeñar como pocos ese papel para el que no se estudia, pero que se siente en cada fibra del corazón. Esta es su historia vista a través de su hijo, quien estudia odontología en Siria.
Un hijo afortunado
Sader Issa es un joven que se siente orgulloso del papá que la vida le regaló: Jad. El chico compartió que su progenitor tiene síndrome de Down; pese a que algunos creyeron que nunca podría formar una familia, se equivocaron.
El futuro odontólogo compartió que su papá lo ha llenado de un amor pleno, que es un ejemplo para la comunidad por salir adelante y que le ha enseñado los valores que le han permitido ser el hombre que es actualmente:
Mi padre ha hecho todo lo posible por asegurarme una vida normal, como la de cualquier otro niño. Él también ha sido mi mayor apoyo económico y psicológico durante mis estudios y por todo ello, estoy muy orgulloso y agradecido.
El camino no ha sido fácil
Sader explicó que tener síndrome de Down en un país como Siria es complicado, pues la falta de información y la discriminación son una constante; para los habitantes del país árabe, una persona con Down es catalogada como “vulnerable y dependiente”.
Pese a las percepciones negativas que existen y los obstáculos que se han presentado en el camino, el papá del joven de 21 años ha logrado salir adelante trabajando en una fábrica de trigo, labor que le permite sustentar a su familia.
Está orgulloso de su padre
Sader Issa no tiene más que comentarios de admiración y respeto hacia su papá:
Ha hecho todo lo posible para que yo tuviese todo lo que necesitase de niño, eso me ha empujado a dar todo lo mejor de mí. Estoy tan orgulloso de él, como él de mí.
Jad Issa tiene 45 años, está casado con una mujer que lo ama y se dedica al hogar, además de ser padre de un hijo -Sader- que está orgulloso de tenerlo como ejemplo de vida.