El juego de los pájaros enojados fue un antes y un después en la industria de los móviles.
Tres años antes del lanzamiento de Candy Crush, debutó en dispositivos móviles el juego se volvió uno de los más grandes fenómenos del mundo y definió el gaming en los flamantes celulares con pantalla táctil: Angry Birds.
Dos años habían pasado desde el debut del primer iPhone, un dispositivo que cambió el paradigma de lo que entendíamos como teléfono celular, y hasta entonces los juegos se limitaban a ser versiones inferiores y descartables de juegos de consolas. Pero en aquel 2009 comenzaron a salir juegos diseñados y desarrollados con las fortalezas y el sistema de control de la nueva plataforma en mente, como Doodle Jump y Angry Birds.
Doodle Jump era un juego entretenido y perfecto para el iPhone que estuvo durante meses a la cabeza del ránking de la tienda de iTunes, pero Angry Birds era un combo explosivo: personajes sencillos pero carismáticos, un sistema de control básico y perfecto para la pantalla táctil, y un objetivo claro que además promovía un comportamiento compulsivo, a través un sistema de calificación de estrellas (de una tres) dependiendo del desempeño. Completar un nivel destruyendo a los cerdos era parte del problema: la gratificación real llegaba cuando uno veía esas brillantes tres estrellas en pantalla, que generaban una dosis de endorfina.
Esa mecánica de puntuación garantiza rejugabilidad a experiencias pensadas como meros bocados entre actividad y actividad (para un viaje en colectivo o una sala de espera), y resultó tan exitosa que se volvió la norma en los juegos para dispositivos móviles.
Angry Birds estuvo disponible en la tienda por tres meses antes que Apple lo destacara dentro del mar de aplicaciones, en una pequeña sección en la página principal de la tienda de iTunes. Un mes después el juego se había convertido en un fenómeno viral, descargado millones de veces.