La investigación por el crimen de Fernando Báez Sosa sigue sumando datos claves para reconstruir la fatídica noche del sábado 18 en la que el joven murió en manos de una patota de rugbiers.
En ese contexto, el testimonio de Andrea Ramos fue clave para identificar y detener a los jóvenes imputados. La mujer, recepcionista y serena del hotel Inti Huasi de Villa Gesell, se encontraba en la puerta del lugar y relató los minutos posteriores del drama que conmovió a la sociedad.
“Estaba trabajando y vi pasar a un joven corriendo por la calle con la camisa desabotonada”, contó la mujer. Además, detalló que el chico en cuestión se encontraba “exaltado y gritaba”.
Inmediatamente después advirtió que detrás suyo venía un grupo de unos ocho jóvenes. “Creí que lo estaban persiguiendo y entré a buscar el teléfono para llamar al 911”, recordó.
Al respecto, la mujer contó que cuando estaba a punto de comunicarse con la policía los chicos que iban detrás llamaron al que corría adelante por un apodo que no recuerda cuál era. Fue entonces cuando entendió que no se trataba de una persecución, sino que por el contrario, eran todos conocidos.
La testigo detalló que los jóvenes “venían hablando en voz alta de una pelea que habían tenido”, y precisó que “se venían riendo, lo tomaban como una anécdota graciosa”.
Además, en su testimonio la mujer aseguró que uno de los jóvenes “le decía al resto del grupo que le había roto la jeta a uno, y que lo había llenado de sangre”.
Andrea los perdió de vista cuando doblaron la esquina en dirección al bosque. Los jóvenes rugbiers se hospedaban a metros del hotel donde ella trabaja.
Alrededor de las 8 de la mañana el despliegue policial la puso en alerta. Así fue como Andrea dio su declaración ante la policía y la descripción que hizo de los jóvenes, horarios y ropa que usaban, así como también un dato preciso de dónde podían estar alojados, fue lo que facilitó el allanamiento en el que los 10 rugbiers terminaron detenidos.