Discusiones o hechos traumáticos pueden llevar a una miocardiopatía aunque no se producen lesiones en el corazón.
“Me rompieron el corazón”, una expresión que se ha escuchado mucho y que parece no estar alejada de lo que pueden provocar algunas situaciones.
Los médicos llaman síndrome del corazón a roto al cuadro que presenta síntomas que hace suponer que se está sufriendo un infarto. Sin embargo, cuando se les realizan estudios no hay indicios de tal cosa. Es una miocardiopatía por estrés.
Fuertes angustias, fallecimientos (e incluso su recuerdo), accidentes, separaciones, discusiones y situaciones de tensión pueden desencadenar una serie de reacciones físicas. Dolor opresivo en el pecho que puede irradiar a la zona de la garganta, mandíbula, espalda y brazos, dificultades para respirar y sudoración fría son algunos de los síntomas. Se puede llegar incluso a un desvanecimiento por falla cardíaca y a un síncope (muerte súbita).
Es más frecuente en mujeres: son 90% de los casos y en particular a partir de los 60 años, en la etapa postmenopáusica.
“Hay mujeres que hacen dolores en el pecho similares a un infarto pero al hacer estudios no hay indicios de algo asociado a uno, he visto muchos casos el año pasado”, señaló el cardiólogo intervencionista Diego Guzzanti.
“Suele asociarse a situaciones estresantes de los últimos meses, una vivencia sumamente angustiante muy grave”, prosiguió.
Hizo referencia a una frase que explica lo que sucede: “el cerebro y el corazón están conectados, siempre puede hacerle daño uno al otro y este es el caso típico de esta conexión”. Advirtió que 1 al 2% del total de pacientes interpretados como infarto corresponden a este síndrome llamado de Tako-Tsubo. Tiene una mortalidad de alrededor de 4,2% y puede dejar secuelas como insuficiencia cardíaca.
“Fue horrible”
Cecilia tiene 59 años y ha sufrido estos episodios. “El primero fue horrible, me dio un dolor de pecho muy fuerte y me faltaba el aire, una sensación muy fea, una opresión muy grande en el pecho, no podía respirar, cambia el ritmo del corazón, como si fuera una arritmia, con palpitaciones, sentís que el corazón se te sale”, describió.Pero los estudios le dieron bien, destacó que no tiene nada. “El médico me dijo acá no hay nada y me mandó a tomar una jarra de té de tilo”, recordó.
Aquellos eran tiempos difíciles. Falleció su esposo y un año después su hija por leucemia. Quedó a cargo de 4 hijos adolescentes más. En ese contexto tuvo una fuerte discusión con uno de ellos, lo que desencadenó el cuadro. “Me considero una persona bastante resiliente pero ha habido situaciones que no he podido manejar”, apuntó.
Luego tuvo otro episodio en el colegio, es profesora de Historia (hoy jubilada) y asegura que realmente tuvo miedo. Contó que de repente no podía respirar, ni sabía qué día era. También se le subió la presión arterial. Llamaron al médico y a la media hora estaba bien.
La Fundación Española del Corazón explica que el síndrome de disfunción apical transitoria o miocardiopatía por estrés tipo Tako-Tsubo fue descrito por primera vez en los años 90 en Japón. Se le dio ese nombre en referencia a una vasija, abombada y con el cuello estrecho, usada tradicionalmente entre los pescadores nipones para atrapar pulpos. Esa es la forma que suele tomar el corazón cuando le sucede esto ya que según explicó Guzzanti dentro de su tradicional forma triangular, en el 75% de los casos se redondea en la punta.
“La enfermedad se caracteriza por cursar de forma similar a un infarto de miocardio, con una debilidad cardiaca transitoria, en la cual la parte del corazón afectada (el ventrículo izquierdo) adquiere una forma similar a la de la vasija”, expresa la organización. Aclara que en general el pronóstico es benigno, aunque tiene 4,2% de mortalidad, según detalló el cardiólogo.
La fundación señala que pueden producirse complicaciones graves en uno de cada cinco casos, aunque en general se mejoran dentro de las 72 horas. El médico explicó que al realizar el cateterismo para encontrar las arterias tapadas en caso de infarto, estas no se encuentran. “No aparecen lesiones coronarias”, subrayó sin embargo hay un severo deterioro de la función cardiaca (insuficiencia cardíaca). El desmesurado estrés se atribuye a que se produce la liberación repentina de grandes dosis de catecolaminas, unas sustancias similares a la adrenalina que, a dosis muy altas, tienen un efecto tóxico sobre el corazón.
La Fundación Española del Corazón destaca que se calcula que en torno al 2% de los pacientes que presentan un ataque al corazón padece esta patología. Aunque no suelen presentarse secuelas, en hasta uno de cada diez enfermos se producen recurrencias, generalmente con nuevos episodios de estrés, sobre todo si son muy fuertes y bruscos.
Por Verónica De Vita – [email protected]