¿Qué tal toleras la frustración? ¿Te enojas mucho?
Perfil del neurótico
Todos tenemos comportamientos neuróticos, por ejemplo, cuando arreglamos la casa con un orden y aseo extremos y nos molesta que alguien “desordene” o cambie de lugar las cosas. También somos neuróticos cuando nos preocupamos en exceso por la salud o la alimentación, cuando buscamos desesperadamente el amor, el dinero y hasta la verdad. La tendencia de los neuróticos es a distorsionar la realidad en provecho propio. En consecuencia, sólo consideran lo que les parece y lo que les conviene, son controladores, aducen razones y buenas intenciones. Los neuróticos son incapaces para gozar de lo simple, para encontrar la felicidad en lo sencillo; son perfeccionistas, confunden permanentemente sus pensamientos con sus emociones; se creen el centro de todo, para bien o para mal, y por lo general se sienten víctimas de los demás. También son neuróticos los pesimistas, los eternamente angustiados, los encerrados en su yo, los que sienten miedos exagerados ante los otros y los que buscan desesperadamente ser queridos pero siempre dudan del afecto de los otros. Curiosamente, los neuróticos están convencidos de que los neuróticos son los otros.
¿Qué hacer?
Todas estas manifestaciones pueden pasar de ser rasgos de la personalidad a convertirse en verdaderas enfermedades que requieren ayuda profesional. En principio, es muy importante reconocer el impacto de nuestra neurosis, hacer un inventario de cómo nos ha afectado a nosotros y a la gente que nos rodea. También es esencial diferenciar la verdad de nuestra verdad. Por años hemos defendido los impedimentos de carácter como rasgos de la personalidad, con el argumento de que “yo soy así”, echándonos el cuento de que los demás están mal. Damos a los otros –y a nosotros mismos– fragmentos muy pequeños de nuestro ser envueltos en medio de nuestra contaminada personalidad.
La primera recomendación es desarrollar una personalidad flexible, abierta a aprender y a contentarse con la vida, con una actitud tolerante e incluyente. Hay que estar alerta para saber cuándo aparece la neurosis y eclipsa nuestro verdadero ser.
La segunda recomendación es trabajar para vencer la ansiedad. Cuando ella aparece es cuando más estricto uno se vuelve: mire e identifique qué lo estresa, qué lo pone ansioso; respire, practique otros abordajes a la vida, otras maneras de vivir, de cocinar, de caminar, de hacer el amor, rompa todos sus mitos y sus pequeños universos.
Tercero, no exageres las emociones, autorregúlate, date cuenta de cuándo aparecen las tensiones, reconócelas pero no te quedes fijado en ellas, practica la inteligencia de la emociones, pase por ellas y disfrútalas.
Por último, recuerda que todos queremos ser felices, tú también; desarrolla la dulzura, la compasión profunda y practica la bondad fundamental. El mundo y las personas son buenos por naturaleza. Si no los puedes mejorar, al menos déjalos como estaban.