El olor a ácido láctico que se emanan de los pies, diferente en cada individuo, lo que atraería a este tipo de insecto.
Es cierto que los mosquitos pican en todos lados y su aparición es muchísima más en lugares húmedos. Pero hay un lugar que siempre es el elegidos: los tobillos. Esta parte del cuerpo actúa como chimenea por las que suben las emanaciones volátiles de los pies. En la zona plantar se concentran 250.000 glándulas sudoríparas, una cantidad que supera a la de cualquier otra parte accesible de nuestro cuerpo.
Otras zonas con gran concentración sudorípara son las palmas de las manos y la región frontal de la cara. Son otros dos de los campos de aterrizaje preferidos por los mosquitos.
Los mosquitos siempre se las van a ingeniar para picar. Con tantas señales sensoriales diferentes que los estimulan, intentar anular una sola vía nunca será suficiente para impedir esa habilidad forjada durante millones de años de evolución.