En medio del acto de despedida, la madre del pequeño se descompuso.
En medio del dolor, la familia de Santino despidió sus restos en la ciudad salteña de Rosario de la Frontera. El niño se encontraba con su madre de vacaciones en Puerto Deseado cuando fueron abordados por dos hombres, que violaron y golpearon a la mujer y terminaron con la vida del pequeño.
Centenares de personas, entre ellas amigos y vecinos, asistieron a la misa que se llevó a cabo en la iglesia Nuestra Señora del Rosario y la inhumación de los restos del nene. El féretro fue recibido con aplausos por cientos de personas que se apostaron en la plaza principal del pueblo.
El sacerdote José Jiménez, quien presidió la misa de cuerpo presente, se preguntó ante los presentes “qué palabra decir de consuelo para iluminar esta circunstancia, frente a “la partida tan prematura, inesperada, dolorosa y trágica”. Además, le pidió a la población acompañar a la familia.
Asimismo, el cura señaló que un hecho tan trágico parece “sin sentido” ante “los ojos humanos”. “Parece que nos acercamos a un abismo infinito oscuro en el que no hay respuesta. Una vida que recién comenzaba, de golpe truncada”, añadió.
Los restos de la víctima llegaron al aeropuerto internacional Martín Miguel de Güemes, de la capital salteña, pasadas las 11, después del arribo de su madre María, su padre y sus hermanos.
El cuerpo del pequeño fue recibido por personal de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) y, luego, partió en el auto de una funeraria rumbo a Rosario de la Frontera, que está a 175 kilómetros al sur de la capital provincial.