El fundador de WikiLeaks asistió a la primera audiencia del juicio que puede llevarlo devuelta al país yanqui tras 10 años de exilio en el exterior.
Deteriorado tras una década de confinamiento, el fundador de WikiLeaks, Julian Assange, asistió el día martes a la primera audiencia del juicio que se le sigue en Londres sobre su extradición a Estados Unidos, un caso que abrió un debate mundial sobre el ejercicio del periodismo y los métodos que usan los Estados para resguardar sus secretos.
Washington requiere a Assange desde 2010 por la difusión de miles de documentos que se pretendían conservar en secreto y cuya divulgación incomodó a las fuerzas armadas y a los artífices de la política exterior de Estados Unidos.
Uno de los representantes legales en el juicio de la parte estadounidense, James Lewis, sostuvo en la audiencia de apertura que el material difundido por WikiLeaks, que filtró miles de documentos clasificados de los servicios de Inteligencia y del gobierno de Estados Unidos, puso en riesgo a ciudadanos en países gobernados por regímenes represores.
“La defensa sugiere que se ha exagerado el riesgo que corrieron los informantes cuyas identidades fueron difundidas. Pero me gustaría recordar a la corte que estas personas estaban pasando información de regímenes como Irán y organizaciones como Al Qaeda”, añadió el abogado Lewis.
El juicio se desarrolla en Woolwich Crown Court, en el sudeste de Londres, y a la cita acudió Assange, trasladado desde la prisión de alta seguridad de Belmarsh, próxima al tribunal. El proceso está a cargo de la jueza Vanessa Baraitser y Assange, de 48 años, recibió el apoyo de un grupo de seguidores fuera y dentro del recinto, incluido a su padre, John Shipton.