La investigadora del CONICET Andrea Gamarnik informó ayer por Twitter un importante avance en el camino de diseñar tests rápidos para detectar la presencia de SARS-CoV2 en sangre.
El Laboratorio de Virología Molecular del Instituto Leloir que dirige logró purificar proteínas de CoV2 “en cantidades que superan lo esperado”. Estas proteínas (llamadas “proteína Spike”) son las que utiliza el virus para adosarse a las células humanas e inyectar en ellas su material genético.
El logro, que estuvo a cargo de Horacio Mora Julio, permitirá avanzar en la producción de los primeros test serológicos en nuestro país.
Los test rápidos que se diseñan a partir de esta proteína, conocidos como ELISA (Enzyme-Linked ImmunoSorbent Assay), intentan determinar si un individuo X ya tiene en su sangre los anticuerpos específicos que atacan al virus cuando este infecta el cuerpo, y cuántos de estos anticuerpos tiene.
Para eso, se prepara una placa con la proteína “S” inmovilizada en su superficie. Luego, se pone en contacto con la placa una pequeña muestra de suero o plasma del paciente, y se revisa si hay anticuerpos específicos (IgM o IgG) unidos a la proteína S. Gracias a este test, se puede concluir si el individuo ha sido infectado y si ha comenzado a producir anticuerpos capaces de resolver el proceso infeccioso.
Según explicó Jorge Geffner, profesor titular de Inmunología de la UBA, a Filo.News, estos test no son una técnica diagnóstica ni reemplazan los test por PCR puesto que ambos anticuerpos “comienzan a levantar a partir del día 4 de la aparición de síntomas”, o incluso más tarde, de manera que pueden dar muchos falsos negativos. Sin embargo, destacó: “Son muy importantes para hacer un estudio de campo epidemiológico, porque hay muchos pacientes que son sintomáticos o muy poco sintomáticos”.
En general, cuando se hace un test, se busca por un lado que sea específico (o sea, que responda a ese virus en particular y no a cualquier otro) y que sea sensible (o sea, que pueda detectarlo en la mayoría de los casos). Los ELISA son muy específicos pero no tan sensibles, y es por eso que no resultan tan útiles como herramienta de diagnóstico aunque sí como herramienta para medir la incidencia del virus a nivel poblacional.
Para Gamarnik, “el testeo en mayor escala nos permitirá saber con más exactitud la dimensión del problema”, lo cual contribuirá a “dar atención médica adecuada a quien lo necesita, realizar aislamientos más efectivos y contener la transmisión del virus en la población”.
En este sentido Geffner afirmó que “en una o dos semanas se podría validar que el sistema funciona y después habría que comenzar con una escalada en su producción”. En unos dos meses, podría estar disponible para su distribución.