El prototipo viene bien. A las buenas pruebas que se habían tenido con el respirador “made in Rosario” hace 48 horas se sumaron unos ajustes para mostrarles a varios de los mejores profesionales de la ciudad (jefes de terapia, anestesistas y kinesiólogo) y se recibieron buenas críticas. Hoy y mañana seguirán las pruebas.
Si todo sigue viento en popa, la semana próxima la ciudad podría aportar a la salud del país y del mundo un respirador artificial de bajo costo (unos 2 mil dólares), específico para la Covid-19 y que no requiere de personal al lado para ser manipulado.
Eso trascendió del equipo de los 17 integrantes de jóvenes ingenieros, técnicos y diseñadores de Inventu Ingeniería quienes junto a la Universidad Nacional de Rosario (UNR) preparan desde hace ocho días el aparato made in Rosario. De aprobarse se calcula que podrían fabricarse unos 100 por semana.
Pero todo está por verse y ya nadie del equipo ni de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) quiere hacer declaraciones, hasta que todo esté listo porque se teme crear expectativas que no se puedan cumplir en estos tiempos de emergencia sanitaria.
El fin es que se fabrique el respirador a gran escala y dé alivio a la pandemia. La Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI) recomienda tener por lo menos un respirador en cada sala para tratar a contagiados con enfermedades pulmonares severas, una cifra que no se pudo cubrir en España e Italia ocasionando trágicos resultados.
En la ciudad, con 23 casos de coronavirus confirmados (del total de 77 en la provincia) y en donde la lucha del sistema de salud es ardua en todos los estamentos, no se bajan los brazos.
Están trabajando Simón Carpman, Germán Campero, Roberto Bisso, Darío Fernández Cívico, Gabriel Weitz, Sebastián Abramovich, Mauro Carignano, Juan Manuel Alvarez Leiva, Ana Laura Lombard, Nicolas Amaro, Mariano Saez, Ciro Civriati, Albano Carletti, José Verdini, Facundo Villegas, Mariano Gheiller y Leopoldo Vivas.
El aparato, que a ojos legos parece una pantalla como la que usan los árbitros de fútbol (VAR), científica y básicamente pretende mover aire dentro y fuera de los pulmones de forma controlada y monitorear presiones y volúmenes desplazados.
El grupo que nuclea a estudiantes e investigadores, al ver que faltaban respiradores pensaron en fabricar uno pero se chocaron con la dificultad de que no había insumos medicinales para hacerlo.
Apelaron, entonces a componentes industriales standard y de allí en más transitaron por algo más de una semana, paradójicamente, “sin respiro”, lapsos de prueba y error en quirófano.
El equipo no pretende fabricar en serie pero si elaborar el prototipo y que sea verificado por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat).
Los creadores no tienen precio final del producto pero trascendió que cotizaría en unos 2 mil dólares (un 10 por ciento del valor del mercado, fijado entre 20 mil y 30 mil dólares).
La UNR hizo un aporte de 2 millones de pesos para financiar la etapa inicial y el rector, Franco Bartolacci, había dicho que pondría todos los recursos a disposición del proyecto.