La confesión se dio en el marco de la audiencia preliminar de juicio que se llevó a cabo en los tribunales locales.
La causa que investiga el femicidio de la docente Vanesa Castillo, ocurrido en la puerta de la escuela Victoriano Montes de Alto Verde, se encamina al juicio oral y público a más de dos años del salvaje crimen. Ayer jueves, en la Sala 3 del subsuelo de tribunales, se llevó a cabo ante el juez de la Investigación Penal Preparatoria (IPP), Nicolás Falkenberg, la audiencia preliminar de debate donde la fiscal Cristina Ferraro, la querellante, Carolina Walker y la defensa del acusado, a cargo de los defensores públicos Gustavo Durando y Javier Casco, pusieron las pruebas sobre la mesa que serán materia de análisis en el futuro juicio cuya fecha aún no fue definida por la Oficina de Gestión Judicial.
El caso tiene como imputado Juan Ramón “Chacho” Cano, quien desde el día que ocurrió el homicidio de Castillo, el 15 de febrero del 2018, permanece detenido bajo la medida cautelar de prisión preventiva. El mismo se encuentra imputado por el delito de homicidio calificado (por alevosía y ensañamiento y por mediar violencia de género –femicidio–) en perjuicio de la víctima por lo que la pena que podría afrontar, en caso de ser condenado, sería la de prisión perpetua.
Si bien durante la audiencia se reveló cuáles serán los testigos que deberán prestar su declaración ante un tribunal -en este caso pluripersonal-, el dato que llamó la atención en la Sala fue las dos interrupciones que hizo Cano para declarar ante el juez Falkenberg.
Las mismas surgieron luego de que la abogada querellante solicitó al magistrado su intención de que sea incorporada como testigo en el juicio una excompañera de la víctima. Se trata de una mujer, que actualmente se encuentra radicada en España, y la cual debería presentarse en el país cuando comience el debate o en su defecto tramitar ante un organismo judicial del país europeo la posibilidad de prestar declaración a través de un canal autorizado.
Fue en ese momento cuando Cano interrumpió el debate y aclaró que esa persona “lo había mandado a sicariar”. Seguidamente fue cortado por el juez Falkenberg quien le aclaró que podía hacer uso de la palabra, pero una vez culminada la presentación.
Cano hizo caso pero a los pocos minutos, volvió a gritar en la sala y a decir que “el patrón de Castillo” lo había ofrecido 50 mil pesos y que él no se iba a “comer una la perpetua”.
Tal situación derivó en que el magistrado ordenó un receso de segundos para que el imputado se prepare para declarar. Sin embargo, sus abogados se opusieron y le aconsejaron que no preste declaración por lo que Cano se abstuvo a decir algo ante el juez.