Amadeo Carrizo, leyenda de River y el fútbol argentino, falleció este viernes a los 93 años en Buenos Aires. Nacido en Rufino el 12 de junio se 1926, el santafesino rompió los moldes del puesto como uno de los primeros en animarse a jugar con los pies y salir del área. Marcó a fuego la historia.
Debutó bajo los tres palos del Monumental en 1945 cuando tenía 19 años y ese fue el primero de sus 552 partidos en defensa del arco millonario, al que mantuvo 184 veces con la valla invicta y en el que recibió 618 tantos. Allí se ganó para la eternidad el apodo de Tarzán por sus envidiables reflejos y una tenacidad admirable.
Después de su brillante trayectoria, el club de Núñez lo nombró presidente honorario en 2013 y desde 2008 el sector inferior de la platea Belgrano lleva su nombre. En su honor, en cada aniversario de su nacimiento se conmemora el “día del arquero argentino” por decisión del Senado.
Luego de su partida de River a fines de 1968, Carrizo también tuvo su ciclo en Millonarios de Colombia. Allí disputó 60 encuentros hasta 1970 antes de colgar los guantes, una parte de la indumentaria que justamente él fue pionero en instalar entre sus colegas del fútbol local.
Su paso por la Selección Argentina también fue importante, donde disputó 22 cotejos. Con la celeste y blanca, el Mundial de 1958 y el ‘Desastre de Suecia’ -el 1-6 ante Checoslovaquia- le dejaron una huella imborrable, aunque luego pudo redimirse con el título en la olvidada Copa de las Naciones de 1964 en Brasil.
Aunque como entrenador no tuvo demasiado éxito entre Deportivo Armenio (1972) y Once Caldas (1973), su etapa de jugador le dejó un palmarés de 10 títulos oficiales.