La investigación para la realización un fármaco es un complejo y costoso proceso que puede aumentar la expectativa de vida de los pacientes.
En la actualidad, la pandemia del coronavirus azota al mundo entero. Y gran parte de la atención está en los esfuerzos por desarrollar una cura. Un medicamento efectivo es el arma más esperada para combatir la enfermedad y su uso está relacionado con la esperanza de vida que tienen las poblaciones de cada país.
Según varios estudios, el uso de fármacos aumentó en las naciones desarrolladas hasta un 74% la expectativa de vida. Sin embargo, el problema es que el desarrollo de la medicina y su llegada al paciente es un proceso largo y costoso.
El avance de un medicamento requiere el trabajo de muchos profesionales con alto nivel científico y experiencia, ya que sólo 1 de cada 10.000 compuestos llegan finalmente al mercado. Además, es costoso porque la inversión es de alrededor de 2.500 millones de euros por remedio.
Para descubrir uno nuevo, el grupo de científicos tiene que tener un profundo conocimiento de la enfermedad a tratar para poder identificar cómo puede ser el origen de la patología. Este sería el objetivo que dirija la nueva molécula o fármaco que luego se desarrollará.
Dentro del laboratorio pueden aparecer los primeros obstáculos para poder hacer el descubrimiento, porque a veces la molécula o la diana no son adecuados o el compuesto seleccionado termina no sirviendo.
Luego sigue la fase preclínica que implica el ensayo del compuesto en organismos vivos y estudios sobre farmacología y toxicología, entre otros. En promedio, las compañías farmacéuticas necesitan entre 5 y 7 años para completar estas dos primeras etapas.
Luego de estas, comienza la etapa clínica en donde un médico invita a un paciente a participar en el estudio. Los ensayos son estudios de investigación con voluntarios sanos o enfermos que prueban la eficacia del nuevo fármaco.