Delincuentes transitan libremente, destruyen apiarios y se roban la producción que luego venden a la vista de todo el mundo. Advierten que la miel no sería apta para consumo.
Todos los apicultores de zona de islas en torno a la ciudad de San Javier sufren el mismo flagelo: malvivientes saquean y destrozan sitemáticamente sus colmenas y roban la miel para luego venderla impunemente en el mercado informal de la cabecera departamental.
“La situación no es nueva, pero se acentuó a raíz de la cuarentena y la extraordinaria bajante del río que nos cortó los accesos por el agua hasta los apiarios”, sostuvo Carlos Michelloud, apicultor, asesor de INTA y presidente de la cooperativa local, quien el viernes descubrió 40 colmenas de su propiedad totalmente destruidas. El mismo día -relató- un colega reportó daños en 50 y en los días previos otro informó del ataque en un centenar de colonias.
Como él, la gran mayoría de los productores (son aproximadamente 10 con 5.000 a 6.000 colmenas en la isla) vienen padeciendo en las últimas semanas estos ataques que generan más daño estructural por la pérdida de material vivo que económica por el robo de la miel. Michelloud relató que había dejado listas las colmenas para la invernada, con tratamientos sanitarios y una reserva de miel. “Si sacaran la miel solamente no sería tanto problema; pero sacan y tiran todos los marcos, te matan la colmena, te la destripan”, detalló.
Incluso destruyen las cámara de cría, matan la reina y en muchos casos también les prenden fuego. “La pérdida es grandísima”, dijo, por el enorme esfuerzo que implica reconstituir las unidades productivas. “Vos tenías una colmena bien formada y ahora hay que recuperar el material, arreglarlo, reponer cera, es muchísimo”, detalló. Volver a la situación previa estimó que podría llevarle hasta cuatro años.
Tierra de nadie
El técnico refirió que esta es la cuarta vez que le roban en el año, incluso mencionó que le han robado colmenas enteras. “Siempre en la isla es tierra de nadie, a los ganaderos les pasa lo mismo: le faenan las vacas y no se puede detener”. Agregó que “en la isla no se puede dejar nada” porque lo saquean. Pasa con salas de extracción, maquinaria o cualquier instalación.
“Esto viene de larga data, pero con la pandemia se acentuó porque la gente no anda; y también por la bajante del río, porque para llegar hay que caminar muchísimo y ellos aprovechan (que los apicultores visitan menos sus apiarios)”, explicó. Y sobre los responsables afirmó: “es gente de la zona”.
“Qué notamos nosotros: que están vendiendo miel en botellas de vino; la venden sin etiqueta en los barrios y en algunos negocios también”. Incluso aseguró que las promocionan en redes sociales. “La están vendiendo a $ 70 que es re barata y entonces se la compran fácil”. Hoy el precio de la miel convencional a granel ronda los $ 120 el kilo, pero en su caso -cuenta con certificación orgánica- ese precio asciende a $ 150, lo que hace aún más cuantiosa la pérdida. Sólo en las 40 que encontró destruidas el viernes, Michelloud estimó un daño aproximado de $150.000 entre material vivo, estructuras y miel.
Apoyo ciudadano
Además de exigir acciones de control, tanto sanitarias por parte de ASSAL (ex Bromatología) como policiales con patrullajes, el apicultor solicitó a los ciudadanos que se abstengan de adquirir este tipo de productos, que evidentemente tienen un origen espurio. “No es difícil investigar y ver quién la está vendiendo”. Pero además los previno de posibles daños a la salud, ya que en esta época del año las colmenas fueron tratadas con acaricidas para pasar el invierno y la miel no es apta para consumo. “En esta época, después de la cosecha, ponemos productos para matar la varroa y al hacer tratamiento sanitario esa miel puede estar contaminada”, alertó.
Michelloud contó que con sus colegas empezaron a sospechar cuando creció la oferta de miel en botellas. Si bien existen personas que suelen cosechar colmenas silvestres para comercializar, de inmediato se dieron cuenta que con esa técnica era imposible obtener el volumen que estaba circulando en la ciudad. “Nos imaginábamos de donde salía”, dijo, y lo constataron al visitar los apiarios.
A raíz del ataque permanente, los apicultores sanjavierinos habían hablado con el secretario del fiscal local, a quien acordaron acercarle documentos probatorios para agilizar las investigaciones. “Estábamos esperando ir a ver las colmenas para llevar todas las denuncias juntas”, relató, Michelloud, quien adelantó que dedicarán esta semana a avanzar en los trámites judiciales.