La Defensoría del Pueblo de Perú advirtió hoy que “es inminente la imposibilidad de atención” en los hospitales de Lima y El Callao metropolitano porque se encuentran bajo una “inmensa presión” por la cantidad de enfermos de coronavirus y la escasez de recursos.
En los centros de salud “faltan equipos de bioseguridad para el personal, camas UCI (de cuidados intensivos), ventiladores mecánicos, oxígeno, pruebas de descarte” y otros insumos, informa el organismo en un comunicado publicado en las últimas horas.
En esto marcan que algunos de los casos más críticos se presentan en el hospital Loayza, el principal entre los estatales de la capital peruana, donde cerca de 60 pacientes duermen en sillas de ruedas y comparten el oxígeno en turnos de 12 horas cada uno.
A su vez, se denunció que en hospitales de Lima y El Callao existen “largas listas” de personas a la espera de visitas de los “equipos de atención rápida” y “ni siquiera priorizan la atención cuando la persona que demanda el servicio señala que ha perdido a un familiar por Covid-19, siendo éste un factor de alto riesgo de contagio”.
Perú es uno de los países más afectados por la pandemia de coronavirus en América Latina con más de 3.000 muertos y superado el umbral de los 100.000 casos confirmados.
Además, no solo es uno de los países latinoamericanos con más infectados, sino uno de los que más casos tuvo entre los trabajadores que están en la primera línea de la lucha contra la pandemia.
El Colegio de Médicos del Perú informó hoy que 26 médicos murieron en todo el país por coronavirus, mientras que 1.061 están contagiados, 33 de ellos conectados a respiradores en terapia intensiva.
En el caso de la Policía Nacional, los fallecidos ya son 82 y los contagiados, más de 4.500, si se suma a 500 cadetes en formación. Los militares, en cambio, fueron menos afectados: 7 muertos y 1.200 infectados, según informó el Ministerio de Defensa la semana pasada.
Desde el inicio de la cuarentena, el 16 de marzo pasado, unos 100.000 policías y alrededor de 70.000 militares fueron desplegados en las calles para hacer respetar el confinamiento.
Como sucedió con los comerciantes que se mantuvieron activos porque cumplían funciones esenciales, el gobierno no garantizó en un principio que tuvieran barbijos, guantes y cumplieran las medidas de distanciamiento social que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS).