La tumba del próximo Papa que morirá ya está lista en la cripta de la basilica de San Pedro: recientemente fue instalado un enorme reposo de mármol blanco en las llamadas Cuevas del Vaticano. No tiene ninguna inscripción y está enmarcado por dos columnas con un color rosa pálido. Y anida un problema: allí quieren ser sepultados tanto el Papa actual, Francisco, como el emérito, Benedicto XVI. El actual Sumo Pontífice la reservó pero su antecesor ya la había solicitado, según informó el medio italiano ilmessaggero.
El lugar tiene una historia: albergó los restos de Juan XXIII y luego de Juan Pablo II, que hoy yacen arriba, en la Basílica, junto al altar mayor. Ese dato es el que moviliza el deseo de Jorge Bergoglio y Joseph Ratzinger: ser sepultados en el mismo sitio que los dos pontífices más populares e influyentes del Siglo XX.
Después de León XIII, quien murió en 1903 y fue enterrado en la Archibasílica de San Juan de Letrán, los restos de los ocho papas siguientes fueron colocados en la cripta de la basílica de San Pedro. La tradición señala que las tumbas de los Papas bendecidos -y en ocasiones canonizados- por la Iglesia se llevan al piso principal de la Basílica del Vaticano.
Hoy, las cuevas del Vaticano albergan las tumbas de más de veinte Papas, incluidos Bonifacio VIII, Sixto IV, Benedicto XV, Pío XII, Pablo VI y Juan Pablo I.