El 41 por ciento de los niños tienen problemas de sobrepeso y Argentina lidera el consumo mundial de gaseosas. El Gobierno avanza hacia un rotulado de advertencia, pero la industria se opone a la “demonización de los productos”.
El Ministerio de Salud avanza en definir una norma de Etiquetado Frontal de Alimentos para informar en los envases los excesos de azúcares, grasas saturadas y/o sodio, todos ellos considerados nutrientes críticos relacionados al sobrepeso, la obesidad y enfermedades no transmisibles.
Un mes antes, el ministro mantuvo una reunión con la Coordinadora de Empresas Alimenticias (COPAL), presidida por Daniel Funes de la Rioja, para comunicarles la iniciativa que se discutirá mañana en la Comisión Nacional de Alimentos (CONAL) y en la próxima reunión de Mercosur. Desde el gobierno, además, aseguraron que tienen el consenso del Ministerio de Desarrollo Productivo y Agricultura.
Sobrepeso y consumo de azúcares
De concretarse, sería un paso en materia de política pública para garantizar el Derecho a la información a fin de que los consumidores utilicen los datos nutricionales del envase para tomar decisiones a la hora de comprar alimentos.
En Argentina, 4 de cada 10 niñas, niños y adolescentes (un 41 por ciento) de entre 5 y 17 años tienen problemas vinculados al sobrepeso, según la Segunda Encuesta Nacional de Nutrición y Salud (ENNyS2). En adultos, ese mismo estudio arrojó que 7 de cada 10 personas tienen exceso de peso.
La Cuarta Encuesta Nacional de Factores de Riesgo, también encontró esta tendencia y advirtió sobre los hábitos alimenticios. “Nuestro país se encuentra en el cuarto lugar de mayor consumo de azúcares del mundo. Las bebidas azucaradas representan aproximadamente el 40% de este consumo, lo que se correlaciona con el hecho de que Argentina lidera el consumo mundial de gaseosas con 131 litros per cápita”, analiza el informe.
En ese mismo capítulo se asegura que a nivel mundial, y en particular en poblaciones urbanas, en las últimas décadas se registró un “progresivo aumento del consumo de alimentos y bebidas con alto nivel de procesamiento (ultraprocesados), contenido energético alto y bajo valor nutritivo (con contenido alto de grasas, azúcares y sal)”.
“Los cambios en las prácticas alimentarias siguen la tendencia mundial y atraviesan a todo el entramado social, afectando especialmente a los grupos en mayor situación de vulnerabilidad“, advierten.
En el ámbito internacional, en una reciente conferencia virtual, Anand Grover, relator especial de las Naciones Unidas para el Derecho a la Salud (2008 a 2014) destacó que “México ha dado un paso importante y sabio en adoptar el etiquetado frontal de advertencia”. “Debe ser un ejemplo a seguir, es el mejor sistema de etiquetado frontal en el mundo” al ser el más completo”, calificó.
Discusiones sobre el tipo de rotulado
La reunión del Gobierno con COPAL significó un gesto de apertura para que la industria participe del debate sobre el tipo de etiquetado, actitud criticada desde otros sectores, como la Federación de Argentina de Graduados en Nutrición (FAGRAN).
Atendiendo a las demandas de su sector, en diálogo con minutouno.com, Funes de la Rioja aseguró que su sector está dispuesto a discutir modelos y a buscar compatibilizar con normas de otros países en el marco del Mercosur. Según consideró, ellos buscan que la nueva normativa no sea un “impedimento” a la hora de exportar ni que perjudique a las Pymes.
“¿De qué no estamos a favor? De sistemas o modelos de advertencias que terminan siendo una demonización de un producto sobre otro. Entonces, creemos en el etiquetado frontal como un aliado en materia de información y en una conjunción de alimentación y vida saludable. Creemos que se debe proveer al consumidor informaciones de consumo basadas en su propias necesidades nutricionales. México es un mal ejemplo“, afirmó.
México fue el último país en Latino América en aprobar la normativa que generó una fuerte puja entre el Gobierno y la industria de alimentos. Mediante un comunicado, el Consejo Coordinador Empresarial criticó la medida como política de salud, al tiempo que defendió la libre competencia y el respeto a los tratados internacionales.
El conflicto llegó a la Justicia y en marzo de este año un juez le otorgó a la Confederación Nacional de Cámaras Industriales de la República Mexicana (Concamin) la suspensión provisional del proceso de creación de la norma. Finalmente, la norma fue publicada en el Boletín Oficial y se acordó que hasta el 1 de diciembre no habrá multas a productores, importadores o comercializadores que no cumplan con el diseño establecido en los productos.
Grandes etiquetas negras
En este modelo se resalta la claridad del mensaje y el impacto de los colores. En los paquetes de los ultraprocesados se ve un un símbolo octagonal de color negro y borde blanco, que en su interior tiene las advertencias con texto en blanco de “exceso de”, “grasa saturadas”, “sodio”, “azúcares” o “calorías”.
En este sentido, a fin de “reducir el ambiente obesogénico”, la OPS expresó antes de la sanción de la norma que “es necesario que productos alimenticios tengan un etiquetado frontal claro, directo, sencillo, visible, y de fácil comprensión tanto para adultos como niños”.
El pedido fue acompañado por UNICEF y la Organización Mundial de la Salud (OMS) por medio de la nota “Un etiquetado nutrimental frontal claro y de fácil comprensión protege a niñas, niños y adolescentes en México”.
Respecto a la situación de otros países de la región, Chile y Perú ya implementaron el sistema de advertencia, mientras que en Uruguay está aprobada y comenzará a regir de modo obligatorio a partir de 2021.
“Hay que seguir el modelo mexicano”
En la reunión del miércoles realizada por el Ministerio de Salud, Andrea Graciano, presidenta de FAGRAN, Docente de la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria de la Universidad de Buenos Aires y Licenciada en Nutrición, participó como miembro de la sociedad civil y defendió el modelo mexicano. Y en diálogo con minutouno.com, ratificó la postura de la Federación.
“Nosotros estamos a favor de un etiquetado frontal de advertencia, como el mexicano, al cual consideramos el mejor marco normativo que existe. Teniendo una referencia regional como el perfil de nutrientes de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) creemos que ése es el que hay que tener en cuenta”, comentó, en discordancia con el Gobierno que va hacia un sistema de perfil de nutrientes de Chile.
Respecto a la participación de las empresas en la discusión, apuntó: “Basándonos en las experiencias de otros países de la región, por lo que pasó en otros países como Chile y Uruguay, consideramos que el Estado primero tiene que definir la política pública y después sentarse con los representantes de la industria a definir, por ejemplo, los plazos de la implementación de esa política”.
La postura de FAGRAN, además, está apoyada por otras organizaciones supranacionales como el Comité de Nutricionistas del Mercosur (CONUMER).
Comercio y salud
Funes de la Rioja contó que la postura de COPAL en contra de “cualquier acto que pueda ser de advertencia demonizando los alimentos procesados” ya fue transmitida a los “cuatro ministerios involucrados, el de Relaciones Exteriores, de Desarrollo Productivo, de Salud e Industria”.
“No creemos que haya alimentos buenos y malos, estilos de vida saludables que conjugan dieta o alimentación con otras conductas”, argumentó. “Nosotros a esto lo confirmamos en los hechos, porque hace varios años que tenemos acuerdos con el Ministerio de Salud con respecto a reducción de grasas trans, de sodio, azúcares y decálogos sobre bebidas alcohólicas a los efectos de recomendar, e incluso una autorregulación publicitaria para niños. Hay muchas bebidas que han reducido azúcares u ofrecido otras alternativas en función de esta conciencia, de orientar a la demanda”, sostuvo.
“Acá hay que conjugar las acciones normativas con las buenas prácticas y hay buenas prácticas internacionales, de hecho en el plano de las bebidas hay muchas bebidas que han reducido azúcares u ofrecido otras alternativas en función de esta conciencia de orientar a la demanda. Hay razones para informar, no para demonizar“, defendió.
“Lo importante es compatibilizar porque si no, no podemos exportarle nada a Uruguay si tiene un leoncito en la caja, por ejemplo. Esto implicaría hacerle otro envase, con lo cual la ecuación de costos lo hace imposible, porque tiene que tener otro packaging. Esto lo hace inviable sobre todo para las pymes. Creemos que el tema de exportación en Argentina hay que profundizarlo”, aportó.
La alimentación como Derecho Humano
Graciano destacó que más allá de cualquier interés, en la toma de decisiones públicas debe prevalecer que la alimentación es un Derecho Humano básico y universal incorporado en la Constitución con la Reforma del año 1994 y reconocido anteriormente en diferentes Tratados, Pactos y Convenciones Internacionales en los que Argentina suscribió.
“El Estado tiene la obligación de garantizar que la población pueda ejercer su derecho a la información, a la salud y a un medio ambiente sano, entre otros. La definición de la política pública tiene que estar basada en la mejor evidencia científica disponible. Y esta evidencia tiene que ser libre de conflictos de intereses económicos”, opinó.
Un etiquetado de advertencia, asegura Graciano, sería el primer paso para abrir el juego hacia otras políticas públicas que también son necesarias: “En este sentido, la normativa chilena y mexicana ya avanzó en otros aspectos, como la regulación de la publicidad, la comercialización y las estrategias de marketing”.
“Esto es porque muchas veces la industria incorpora mensajes, claims o por ejemplo, informaciones que dicen que es bajo en azúcares o rico en vitaminas, y la gente lo compra porque lee eso en el envase y además ve la imagen de una fruta, por ejemplo. Y en realidad en la etiqueta aclara (en letras muy pequeñas) que ese producto tiene un 10 por ciento de jugo de frutas naturales. En esa información la gente no repara porque lo que predomina en la etiqueta es la imagen de la fruta, por citar un caso”, explicó.
“Es decir que si bien hay muchos productos que se comercializan en el mercado y que cumplen con toda la normativa nacional definida en el Código Alimentario Argentino, la dificultad está en las góndolas cuando el consumidor se acerca a esos productos y los compra pensando que es un jugo de frutas exprimido puro. Y en realidad en la etiqueta aclara que ese producto tiene un 10 por ciento de jugo de frutas naturales. En esa información la gente no repara porque lo que se mira es la imagen de la fruta, por citar un caso”, explicó.
En este sentido, advirtió: “La población no sabe lo que está comiendo. Es como dice Claude Fischler, sociólogo francés, que ingerimos “objetos cosmetibles no identificados” (OCNIS)“, concluyó, enfatizando que el código alimentario argentino “tiene puesto el foco en la inocuidad de los alimentos y no en lasprincipales problemáticas nutricionales”.
Fuente: minutouno.com