Científicos analizaron el comportamiento de las microgotas que se desprenden de la saliva para medir la protección del tapabocas ante el coronavirus.
Un grupo de científicos llegó a la conclusión que el tapabocas colabora “en gran medida” para evitar la trasmisión del coronavirus en espacios cerrados.
Así lo determinaron investigadores del Instituto Indio de Tecnología de Bombay que publicaron su estudio recientemente en la revista Physics of Fluids.
Mediante la teoría de chorros, que estudia el comportamiento y la mecánica de los fluidos, los científicos investigaron la forma en la que la nube de microgotas de saliva que transportan el coronavirus cuando un paciente tose viaja por el aire dentro de un espacio cerrado.
Tras varios meses de trabajo, descubrieron que los primeros 5 a 8 segundos después de la tos son fundamentales para la distribución de la nube por el aire. Este dato resulta importante a partir de la propagación de la enfermedad. Luego de ese lapso, la nube de tos típicamente empieza a dispersarse.
En tanto, indicaron que el volumen de la nube de tos cuando es expulsada por una persona que no porta tapabocas es unas siete veces mayor que el de un paciente que usa un barbijo quirúrgico, y 23 veces mayor que con una mascarilla N95.
“Encontramos que cualquier cosa que reduzca la distancia recorrida por la nube, como una máscara, un pañuelo o toser en el codo, debería reducir en gran medida la región sobre la que las gotas se dispersan al toser y, por lo tanto, las posibilidades de infección”, destacó Rajneesh Bhardwaj, coautor del estudio.
A través de este informe, se puede determinar con mayor seguridad el número máximo de personas que pueden ser alojadas de forma segura en espacios cerrados.