Datos de la Cámara Argentina de Feedlots.
El mes pasado la pérdida promedio registrada por los feedlots profesionales superó los 7000 pesos por cabeza engordada a causa de la relación compra/venta más desfavorable registrada en términos históricos desde el origen del sector en la Argentina.
El último informe mensual de la Cámara Argentina de Feedlots, publicado en el presente mes de noviembre, indica que para que las empresas del sector puedan alcanzar el punto de equilibrio es necesario que el precio de la hacienda gorda se encuentre en 140 $/kilo (un valor muy lejano del promedio de 115 $/kilo registrado el viernes pasado por los novillitos en el Mercado de Liniers). El informe también señala que el precio de la hacienda terminada debería ser de 150 $/kilo para compensar el costo financiero del capital.
La relación compra/venta actual se combina además con un costo del maíz elevado en términos relativos –a pesar del cepo cambiario aplicado por el gobierno nacional– en un contexto económico en el cual, debido a una creciente pauperización social, el mercado interno (principal cliente del sector) no cuenta con mucho margen para poder aceptar grandes aumentos de precios minoristas de la carne vacuna.
Ante tal panorama, el índice de reposición elaborado por la Cámara Argentina de Feedlot –que muestra en promedio la cantidad de animales ingresados por cada animal egresado– se derrumbó en el pasado mes de octubre para registrar el menor nivel de al menos el último lustro.
El índice de ocupación de hacienda presente en los corrales asociados a la Cámara Argentina de Feedlot –tanto de animales propios como de terceros– era a comienzos del presente mes de noviembre del 62% de la capacidad instalada versus el 64% un mes atrás, lo que implica que la mayor parte de los operadores están “aguantando” los animales en los corrales a la espera de un ajuste de precios para intentar recortar al menos una porción de las enormes pérdidas que deben afrontar.
Los últimos datos oficiales de inflación minorista (Indec) muestran que la canasta cárnica bovina –integrada por asado, carne picada, nalga, paleta y cuadril– experimentó en el último año un ajuste superior al promedio de los alimentos de la canasta básica. Debido a un factor cultural, el consumo de carne bovina por parte de los argentinos es uno de los últimos ítems que se ajustan en el presupuesto familiar.