María Sol Alarcón tiene 21 años de edad, es oriunda de la ciudad entrerriana de Concordia y jugadora del hockey en el equipo de la Primera División del Club Náutico El Quillá, en Santa Fe.
La joven publicó una carta abierta en sus redes sociales, en la cual denuncia a su entrenador por secuestrarla en su automóvil, llevarla en contra de su voluntad a su departamento e intentar abusarla sexualmente. Luego de este tremendo hecho, la institución decidió expulsar al DT.
La carta publicada de la joven
“Me llamo Sol Alarcón, tengo 21 años y estoy estudiando en Santa Fe. Hoy quiero narrar una historia que sucedió hace casi un año, pero todavía la siento a flor de piel como si hubiera pasado ayer. Practico hockey en el club El Quillá desde el 2018 (año que me mudé a Santa Fe), y desde ese año hasta diciembre del 2019 mi entrenador fue Cristian ‘Mono’ Zapata.
Siempre fue con todo el equipo una persona muy impulsiva, violenta, agresivo para dirigirse ante nosotras. Más de una vez se pasaba de la raya en salidas o jodas, como también en contestaciones de historias de Instagram y demás.
Conmigo nunca había tenido alguna de estas acciones, y siempre que me hacía sentir mal con lo que me decía, intentaba frenar el carro.
Fue en diciembre del 2019 cuando en la fiesta de fin de año que siempre se realiza en El Quillá, que se fue en serio. Habrá sido las 5 de la mañana cuando esta persona estando alcoholizada (al igual que yo) me persuade para que me suba a su auto diciéndome que TODOS nos íbamos hacia otro lugar. Al ser mi entrenador, que ya en otras ocasiones me había buscado o llevado a casa luego de que entrenamientos (por una cuestión de seguridad mía, por vivir sola), confié plenamente en él.
Ni bien nos subimos al auto, veo que nadie más se estaba yendo. No alcanzo ni a decir algo, que el ‘Mono’ arranca con toda. Es ahí cuando empiezo a preguntarle a dónde íbamos, a dónde íbamos, a dónde íbamos. Se me reía, no me respondía, ponía la música más fuerte. Yo, cada vez más nerviosa, le pedía por favor que me lleve a mi casa, que estaba cansada. A lo que empieza a responderme que no, que íbamos a ir a su departamento, que yo me iba a bañar allí, que me tranquilice. Yo seguía insistiendo en que me lleve a casa.
Sabiendo lo agresivo que es, tenía aún más miedo, por lo que saco mi celular medio a escondidas y comienzo a escribirle a un amigo que estaba en el club para que por favor me venga a buscar. Cuando el Mono ve que estaba con el teléfono me dice ‘¿Qué haces, con quién estás hablando?’, a lo que le contesto que le estaba avisando a este amigo que me venga a buscar. En ese momento me arranca el celular de las manos, lo guarda en su puerta y sigue diciendo que yo iba a ir a su casa. Yo, desesperada, insistía en que me lo de, pero se me reía.
Ya muy nerviosa y asustada por la situación, opte por quedarme callada y aceptar lo que estaba pasando. Estaciona, me dice que me baje y yo le digo que me devuelva el celular. De mala gana me lo devuelve ya en la vereda, y en ese momento muy disimuladamente le sigo escribiendo a mi amigo que por favor venga, que el Mono me había llevado a su casa, que estaba asustada, que se apure. Le mando ubicación, y me guardo el celular.
Entro al edificio, muy asustada, y él atrás mío. Entramos al ascensor y cuando este se cierra se me tira encima y empieza a hacer fuerza para que le dé un beso. Yo le decía que salga que la pare, pero me agarraba con más fuerza la cara y el brazo Imposible que yo salga de ahí prácticamente es el doble que yo. Me suelta recién cuando se abren las puertas del ascensor y me dice que salga. Fueron siete o seis pisos de tortura y asco.
Cuando entramos a la casa va al baño, me abre la ducha y me manda a bañar. Le dije mil veces que no y me quedé inmovilizada en una esquina del departamento, rogando que venga mi amigo rápido.
A todo esto, él saca una silla al balcón como si nada pasara, se fuma un cigarrillo mientras se reía. Me invita a sentarme al lado de él y yo callada voy. Veo que mi amigo me mandaba mensajes, pero no me animaba a sacar el celular para responder por miedo a que me lo quite. Alcanzo a ver qué mi amigo también le estaba escribiendo a él y él lo ignoraba. Me largo a llorar de nervios y miedo, me pregunta por qué entre carcajadas y yo le meto otra excusa para no decir la verdad.
En eso llega mi salvación. Mi amigo estaba abajo. Empieza a tocar el timbre con todo, sin parar. El mono se negaba a abrirme y me preguntaba bastante subido de tono ‘¿Qué hiciste boluda? ¿A quien llamaste? ¿Me estás cargando?’. Yo muy nerviosa y con la voz temblorosa le decía que me vinieron a buscar y no iban a parar de tocar hasta que me abra. Me termina abriendo, y cuando bajábamos en el ascensor seguía preguntándome cosas violentamente.
Pude irme corriendo, en un solo llanto. Volví a la casa de mi novio, y solo podía llorar y llorar. No entendía qué mierda había pasado.
Al otro día, me levanto con un mensaje suyo echándome la culpa de todo, diciéndome que yo me subí al auto POR VOLUNTAD PROPIA, que YO QUISE IR A SU CASA, y que tenía que aclarar las cosas porque NO LO PODIA DEJAR MAL PARADO.
Llena de miedo le respondo que sí. Y estaba segurísima de que nunca más iba a tocar este tema, porque al año siguiente él iba a ser mi entrenador y le tenía muchísimo miedo.
Pero la angustia crecía con los días y decidí contarlo. Tuve un equipo y un club de ORO, a quienes amo con todo mi corazón, que me escucharon, creyeron sin dudar, y me apoyaron desde el momento CERO para que tome las medidas correspondientes: haga una denuncia por abuso.
No quiero dejar de resaltar para que todos sepan, que hacer la denuncia fue un suplicio GIGANTE. Me denigraron, me trataron de loca, me hicieron esperar más 12 horas, me llevaban de un lugar a otro, no me explicaban nada, me trataron para el orto. No solo a mí, sino a otras mujeres en la misma situación que yo y aún peor. ¿Se imaginan estar cargando con una situación de abuso, con todo el dolor, confusión, miedo, tristeza, bronca, CULPA que conlleva y que encima estos inoperantes te traten como quieren? Fue la PEOR semana de mi vida, por lejos.
Hoy, casi un año después no tengo noticia de la denuncia, nadie más nunca me llamó. Solo tengo una orden de restricción que «me protege».
¿Este tipo? Sigue trabajando como si nada, tiene una vida completamente normal, y se encargó de dejarme como mentirosa, loca, puta, adelante de muchas personas. Quienes me conocen saben que soy una persona muy transparente. Y el dolor que esto me causó y causa es muchísimo. Acordarse del suceso revive mis ataques de pánico que comencé a tener después de esto, mis pesadillas, mi ansiedad. Decido contar MI historia de MI boca para que puedan ponerse en mi piel y en la piel de tantas otras mujeres. UNA VEZ AL MENOS en su vida, traten de leer y ponerse en nuestra piel. Esto es diario. Completamente diario, y es culpable él, que puedan ponerse en mi piel y en la piel de tantas otras mujeres. UNA VEZ AL MENOS en su vida, traten de leer y ponerse en nuestra piel. Esto es diario. Completamente diario, y es culpable él, pero también son cómplices la justicia, el sistema de educación que lo deja titularidad en una escuela, y las personas que siguen a su alrededor como si nada habría pasado.
¡Ei! Soy yo, pero puede ser su hija, su hermana, su prima, su sobrina, su amiga. ¿Y si empezamos a ser más empáticos? ¿Y si empezamos a sentir un poco más el dolor del otro, de la otra persona? Basta de estas situaciones, no tienen derecho sobre nosotras ni sobre nadie. Entiendan que no somos personas manipulables a su parecer y que hacemos lo que ustedes quieren cuando quieren. SOMOS PERSONAS, IGUALES A USTEDES.
Si no va haber justicia, por lo menos que las personas sepan con quién están tratando. Todo queda bajo su criterio”.