El Gobierno del presidente estadounidense Donald Trump llevó a cabo el pasado sábado su decimotercera y última ejecución federal de una carrera sin precedentes que concluye cinco días antes del traspaso de poder a Joe Biden, quien hizo campaña en favor de la abolición de la pena de muerte.
Dustin Higgs, un hombre negro de 48 años, fue el tercero esta semana en recibir una inyección letal en la penitenciaría federal de la ciudad de Terre-Haute, en el estado de Indiana.
Una noche de enero de 1996, invitó a tres mujeres jóvenes a su apartamento cerca de Washington, con dos amigos. Una de las chicas rechazó sus avances, ante lo cual él se ofreció a llevarlas a casa, pero en lugar de ello se detuvo en un terreno federal aislado.
Allí, según el Departamento de Justicia, ordenó a uno de sus amigos que disparara a las tres mujeres.
En 2000, fue condenado a muerte por secuestro y asesinato. El autor de los disparos fue condenado a cadena perpetua.
El Departamento de Justicia reanudó las ejecuciones federales el año pasado, tras una pausa de 17 años, lo que deja a Trump como el presidente que más ejecuciones supervisó en más de 120 años.
Higgs fue declarado muerto a la 1:23.
Cuando se le preguntó si tenía alguna última palabra, dijo que era “un hombre inocente”.
“No soy responsable de las muertes. Yo no ordené los asesinatos”, afirmó antes de que le apliquen la inyección letal de pentobarbital.
Cuando la droga comenzó a fluir por sus venas, Higgs miró hacia una habitación reservada para sus familiares y abogados. Saludó con los dedos y dijo: “Te amo”.
Una hermana de Tanji Jackson, una de las mujeres asesinadas que tenía 21 años cuando murió, envió una declaración escrita a Higgs después de su ejecución en la que mencionó a su familia: “Ahora van a pasar por el dolor que experimentamos”.
“Cuando termine el día, tu muerte no traerá de regreso a mi hermana ni a las otras víctimas. Esto no es un cierre”, agregó.
El número de condenas a muerte ejecutadas bajo la administración Trump desde 2020 supera el total de ejecuciones en los 56 años anteriores y reduce el número de personas en el corredor de la muerte federal a casi una cuarta parte.
Es probable que los 50 hombres restantes no sean ejecutados si Biden, como prometió en campaña, pone fin definitivo a las ejecuciones federales.
La única mujer condenada a muerte dentro de este pelotón, Lisa Montgomery, fue ejecutada esta semana por matar a una mujer embarazada y luego sacar al bebé de su útero. Fue la primera mujer ejecutada en casi 70 años.
Estados Unidos no ejecutaba presos federales durante la transición presidencias desde fines del siglo XIX.
La presión sobre Biden para que cumple con su promesa de acabar con la pena de muerte a nivel federal se sintió en los últimos días.
Esta semana, en un artículo de opinión en The Washington Post, Martin Luther King III, hijo Martin Luther King Jr. y Coretta Scott King, destacó el hecho de que la muerte de Higgs haya sido programada para el viernes, el mismo día en que cumplía años su padre.
“El gobierno federal no debería tomar innecesariamente más vidas negras, y hacerlo en el cumpleaños de mi padre sería vergonzoso”, escribió.
Asimismo, la ACLU (Unión Estadounidense por las Libertades Civiles) instó al mandatario electo a invocar sus poderes presidenciales después de su juramento.
“Debe conmutar las sentencias de las personas en el corredor de la muerte federal por cadena perpetua sin libertad condicional, y debe eliminar la muerte de todos los juicios pendientes”, expresó la ACLU en un comunicado emitido tras la muerte de Higgs.