Un equipo de científicos del Instituto Hubrecht pudo hacerlo a través del cultivo de organoides a partir de células madre en un laboratorio.
Las glándulas lagrimales tienen diversas funciones en los humanos: mantienen húmedo y lubricado el ojo, permiten expresarnosnos cuando estamos sentimentales y actúan como un reflejo de agentes irritantes, por ejemplo, cuando cortamos cebolla. A partir de ahora, gracias al trabajo de un equipo de científicos del Instituo Hubrecht, en los Países Bajos, no hará falta una persona para que haya lágrimas, ya que lograron por primera vez cultivar las glándulas en miniatura y hacerlas llorar en un plato de laboratorio.
Los investigadores que alcanzaron este logro inédito trabajan en el laboratorio de Hans Clever, un biólogo holandés, y se dedican a llevar adelante estudios sobre los mecanismos moleculares del desarrollo de tejidos y cáncer de diversos tipos a través del cultivo de organoides creados a partir del uso de células madres del tipo Lgr5.
Los organoides son pequeñas estructuras 3D que imitan el normal funcionamiento de los órganos. Tienen el importante propósito de permitir a los científicos analizar en los laboratorios el desarrollo de enfermedades y crear posibles tratamientos para pacientes que tengan algún tipo de patología que afecten al órgano cultivado.
Luego de usar células madre para crear los organoides de las glándulas lagrimales, el siguiente desafío era hacerlas llorar. Marie Bannier-Hélaouët, una científica del proyecto del Insituto Hubrecht, explica cómo lograron inducir el llanto en el cultivo celular: “Los organoides son cultivados utilizando un cocktail de factores que estimulan su crecimiento. Tuvimos que modificar el cocktail usual para que los organoides sean capaces de llorar”.
De la misma manera en que lloramos a partir de una respuesta al dolor, los organoides respondieron al estímulo químico de hormonas del tipo noradrenalina. Las células de los órganos artificiales se hinchan a medida que van secretando lágrimas, formando una especie de globo. Este cambio en las dimensiones es un indicador que permite a los científicos conocer cuántas lágrimas produjeron.
“A través de una investigación exhaustiva pudimos revelar que células diferentes en la glándula lagrimal crean distintos componentes de lágrimas. Además, estas células responden de manera diferente al estimulo que induce a las lágrimas”, aseguró Yorick Post, otro investigador del equipo holandés.
Este desarrollo abre una luz de esperanza para aquellas personas que sufren de algún tipo de desorden en sus glándulas lagrimales. En el Instituto Hubrecht esperan que a partir de este nuevo invento, la comunidad científica pueda usar sus modelos para identificar nuevas drogas para aquellas personas que no producen suficientes lágrimas.
También podrían ser estudiados para conocer los mecanismos a través de los cuales aparecen distintos tipos de cáncer en estas glándulas ubicadas en el globo ocular. Bannier-Hélaouët se muestra esperanzada con esta técnica y espera que los transplantes de organoides sean una realidad en el futuro.
Esta novedosa técnica está ganando adeptos rápidamente en los equipos de investigación en un amplio rango de disciplinas científicas como la biología molecular, infectología, toxicología y investigaciones sobre cáncer y enfermedades hereditarias.