Al conocerse la causa de la muerte de Sofía Sarkany ayer, recordamos que el cáncer de cuello de útero es una de las principales causas de muerte de mujeres en nuestro país. La falta de acceso a la salud, marca la diferencia en los diagnósticos y tratamientos de quienes viven en los países más pobres. Pero es importante reiterar la necesidad de controles periódicos permanentes para la detección precoz de un tipo de cáncer que es curable.
La temprana muerte de Sofía Sarkany ayer conmovió no sólo a los que la conocían, sino también a aquellos que no seguían su exitosa carrera en el mundo de la moda. A la joven de 31 años le habían detectado en 2018 un cáncer de útero, contra el que luchó desde entonces, pero no sólo eso, sino que fue más allá y con su pareja decidieron cumplir su sueño más grande, entonces subrogaron un vientre para poder tener un hijo.
Justo cuando el sueño terminaba de serlo, para convertirse en una hermosa realidad con la llegada de Félix, el cáncer marcó el ocaso de una vida llena de ilusiones y proyectos.
Seguramente porque era una persona llena de vida, alegre y generosa como destacó cada uno de los que la conoció en las redes sociales al despedirla, pero también por esta historia de amor que no llegó a disfrutar, causó tanta pena su muerte.
Sofía Sarkany, es sólo una de las 300 mil mujeres que mueren al año por esta causa en el mundo. Pero seguramente el hecho de que se trate de la hija de un famoso, de alguien conocida, permitirá que volvamos a hablar de un tema que no figura muy seguido entre los títulos de los diarios.
Casi todos los casos de cáncer de cuello uterino se atribuyen a la infección persistente por el virus del papiloma humano (VPH o HPV por sus siglas en inglés).
El VPH se transmite sexualmente; de hecho, es una de las infecciones de transmisión sexual más comunes y afecta tanto a hombres como a mujeres.
Hay más de 100 cepas de VPH, pero dos cepas particularmente virulentas, las tipo 16 y 18, pues causan alrededor del 70% de todos los casos de cáncer de cuello uterino.
En el caso de muchas mujeres, la infección desaparecerá de forma espontánea. Sin embargo, para otras muchas, con el tiempo la infección crónica causa cambios anormales en las células del cuello uterino: es el precáncer. Si no se trata, pueden progresar y volverse cáncer en silencio pero, no de manera invisible, sino durante un periodo de 15 a 20 años.
La prevención del cáncer de cuello uterino debe empezar a los nueve años, antes de que las niñas estén expuestas al VPH.
Esta es una prevención primaria, en forma de vacunación, que la Organización Mundial de la Salud (OMS) la recomienda entre los 9 y los 14 años.
La detección del precáncer es el segundo paso, combinado con el tratamiento.
En Argentina, según el Boletín del Instituto Nacional del Cáncer, hubo un descenso de mortalidad a medida que aumentaba la cobertura de Pap (papanicolau)
En los últimos 30 años las tasas de cáncer cervicouterino han disminuido considerablemente en gran parte del mundo desarrollado, sobre todo gracias a los programas de cribado y tratamiento.
En sociedades como la nuestra, con un acceso a la salud pública o privada en la mayoría de los casos, es importante realizar esos controles, no postergarlos, ni siquiera por una pandemia.
Pero además es importante educar, especialmente a las niñas, para que ante el menos síntoma, sepan que deben consultar de inmediato al médico para iniciar un tratamiento que les pueda salvar la vida.