Muchas veces, existe una correlación temporal con eventos con impacto emocional como una mudanza. Pero a estos acontecimientos, no se les atribuyen causalidad.
La ciencia y la experiencia ya definieron que los procesos de regresión o pérdida de habilidades de los niños diagnosticados con el trastorno del espectro autista (TEA) tienen una base biológica posiblemente inmunológica, metabólica, infecciosa, nutricional o todas juntas dependiendo de cada paciente.
Esta regresión se da hasta en el 88% en el caso de niños en riesgo que luego reciben el diagnóstico de TEA y a todos les amerita una exploración física, biológica, integral desde el momento en que está sucediendo.
Lo que debemos saber es que este fenómeno debería considerarse una emergencia médica. Al ser desencadenado y sostenido en cuestiones biológicas, requiere la intervención médica entrenada. Por ejemplo, una enfermedad autoinmune podría estar detrás de una regresión y se debe diagnosticar y tratar lo más seria y rigurosamente posible. Esto se logra a partir de la idea de considerar a los síntomas de la regresión o del autismo (según cada caso en particular) como emergentes, como lo que se ve externamente, como una alarma de lo que ocurre por dentro.
La regresión tiene como característica que puede ser súbita o gradual, puede ocurrir luego de eventos como gastroenteritis, infecciones por bacterias o virus, alteraciones metabólicas y tóxicas o intervenciones médicas como anestesia general, uso de antimicrobianos y otros. Muchas veces existe una correlación temporal con eventos con impacto emocional como una mudanza, el nacimiento de un hermanito o el cambio de un cuidador, pero a estos eventos no se les atribuyen causalidad. Es clave explorar adecuadamente las causas y/o contribuyentes que generan esta sintomatología como un todo.
Conocemos múltiples aspectos de origen biológico que contribuyen en forma de factores de riesgo, ya que incrementan la vulnerabilidad del individuo en el camino hacia la pérdida de habilidades que llamamos regresión. Algunos ejemplos son: alimentación por fórmulas lácteas artificiales, disbiosis intestinal (cuando en la microbiota intestinal hay bacterias, parásitos y hongos dañinos creciendo sin control), contaminantes del ambiente, los alimentos, algunas herramientas médicas de prevención y tratamiento y una respuesta del sistema inmune que no es la que debe ser, entre otros.
En resumen, un chico o chica con autismo que es abordado sólo desde terapias tradicionales como las del juego, por ejemplo, tiene menos oportunidad de mejorar, ya que se postergan los problemas biológicos que son la raíz de las manifestaciones neuroconductuales que llamamos TEA para la mayoría del grupo de pacientes.
En nuestro equipo, hemos tratado miles de chicos. Muchos han logrado mejorar, y algunos en muy pocos días lograron conectarse, mejorar el lenguaje, la comunicación, la sociabilidad. La adherencia y la perseverancia en los tratamientos de los problemas médicos concomitantes al TEA en un equipo familia-médico en continua interacción es crucial.
Tenemos como objetivo reducir la inflamación y lo hacemos por diversos caminos. Uno de ellos es cambiando la alimentación, ofreciendo probióticos que modifiquen la flora intestinal, porque hoy se sabe perfectamente que cerebro e intestino están sumamente conectados. Modificando las condiciones de la microbiota se logran cambios en el comportamiento. Estamos empezando apenas el recorrido de un camino que nos lleva a la medicina del futuro que es la medicina personalizada.
Fuente: TN/ Con Bienestar