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Hacía reír a millones y ganaba fortunas, hasta que su esposa lo mató de tres balazos

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Phil Hartman era el anfitrión de Saturday Night Live, hacía voces para Los Simpsons y películas taquilleras. Se había casado con Brynn Omdahl, el amor de su vida, que deseaba ser actriz pero fracasaba una y otra vez. Al final, los celos, el alcohol y las drogas hicieron eclosión y una vez más, Hollywood se tiñó de sangre.


Phil Hartman era el hombre de la risa. Durante los años noventa hacía reír a millones de familias norteamericanas frente a la pantalla de televisión desde el show Saturday Night Live. También doblaba a varios personajes de la célebre serie Los Simpson, trabajaba en radio y ya había filmado algunas películas. Su estrellato era un hecho consumado.

En 1998, antes del estreno del filme de ciencia ficción Pequeños Guerreros donde Phil tenía un papel secundario, le reconoció al director Joe Dante que sentía que su vida estaba en franco ascenso vertical: “Tengo un avión, tengo un barco, tengo una gran casa, tengo una gran familia. De hecho, tengo todo lo que siempre he querido. ¡Y me siento genial!”.

La vida reía con Phil. Por lo menos la profesional, porque la afectiva estaba descarrilando sin que él pareciera tener demasiada consciencia de ello.

Phil Hartman, la estrella de la tevé, no llegó a ir al estreno de su nueva película. Una noche, mientras dormía en su gran casa, con su gran familia, una mano amada le acercó la muerte con tres disparos.

El éxito del humor

Philip Edward Hartman había nacido en Ontario, Canadá, el 24 de septiembre de 1948. Cursó el secundario en el colegio Redondo Union y, luego, estudió diseño gráfico en la Universidad Estatal de California.

Durante los años ´70 comenzó a trabajar como dibujante y diseñador. Fue el encargado de plasmar varias tapas de discos de distintos grupos del momento, e incluso les creó sus logos.

En 1970, se casó con Gretchen Lewis, pero el matrimonio duró muy poco. En 1982, ya divorciado, volvió a casarse con Lisa Strain.

Phil Hartman era un hombre cambiante y arremetedor y no estaba muy contento con su vida profesional, sentía que su vocación era otra. Le gustaba actuar, el humor. Así fue que comenzó, con un grupo de colegas, a especializarse en improvisaciones cómicas. Otra vez su pareja hizo agua y, en 1985, se separó de Lisa.

Desafortunado en el amor… confirmó el dicho siendo afortunado en su trabajo. El humor rindió frutos y un día de 1986 lo llamaron para el programa más famoso de la televisión americana Saturday Night Live, de la cadena NBC. De ese mismo programa habían salido estrellas de la talla de Eddie Murphy, Whoopi Goldberg y Chevy Chase. Phil no desperdiciaría la oportunidad. Tenía 38 años y sentía que estaba tocando el cielo con sus manos. Trabajó en el show, con mucho éxito, durante ocho años y se convirtió en uno de los cómicos más populares y queridos de los Estados Unidos.

Phil había conquistado a las familias norteamericanas. Pero no solo era comediante, también era guionista, actor de voz, actor de televisión, de cine y de teatro. El sendero del éxito estaba asegurado.

Con su carisma y su humor se animaba a imitar a cualquiera. Bill Clinton, Ronald Reagan, Frank Sinatra, Jack Nicholson… nadie se salvaba de su sátira. El público deliraba con él porque era un maestro haciendo voces e imitando. Hasta con los personajes más miserables y egoístas arrancaba carcajadas.

La tercera es la vencida

Mientras su público lo miraba encandilado, él se encandiló con una belleza, llamada Brynn Omdahl, que jugaba a ser modelo de trajes de baño, pero que en realidad moría por ser actriz.

Nacida en Minnesota, Brynn se había aburrido tempranamente de su vida familiar y del estudio. Abandonó el secundario para casarse con Douglas Torfin, un operador telefónico de su ciudad, pero enseguida el matrimonio le quedó pequeño, quería más. Se separó y empezó a modelar para sacarle provecho a su altura y a su físico. A los 18 años ya había cambiado de nombre muchas veces… Vicky Jo, Brindon, Brynn. El patrón de la inseguridad estaba marcando el ritmo de su camino.

Con Phil se conocieron en una cita a ciegas, el mismo año que él empezó a descollar en el mundo del espectáculo. Brynn deseaba con toda su alma ser famosa. Como lo era él.

En algunos artículos de la época, puede leerse que en la tercera cita quedó embarazada. No podemos confirmarlo, pero lo cierto es que Phil, según sus amigos, cayó rendido. Brynn era alta, simpática y una auténtica belleza.

Phil y Brynn, ella era nueve años menor que él, se casaron el 25 de noviembre de 1987. Poco tiempo después, nació el primer hijo de la pareja: Sean Edward Hartman. Luego del nacimiento, Lisa, la segunda ex esposa de Phil, le mandó a Brynn una nota de felicitaciones. Brynn le respondió con cuatro páginas con comentarios horribles. Esto lo reveló la misma Lisa Strain: “la nota estaba llena de la hostilidad más deleznable que se pudiera imaginar”. Tan fuera de tono era el mensaje que Lisa llamó a Phil y le preguntó sorprendida con qué clase de persona se había casado. La respuesta de él también fue sorprendente: “¡Deberías ver la carta que quería enviarte originalmente!”.

En 1992, nació Birgen Anika Hartman. En esa época vivían en un pequeño departamento en Manhattan. Mientras él grababa, Brynn tomaba clases de teatro y seguía insuflando sus sueños de convertirse en actriz mientras se ocupaba de los chicos.

Phil hacía todo lo posible porque su matrimonio con Brynn funcionara, pero su carrera le consumía demasiada energía. No prestaba atención a las frecuentes protestas de Brynn sobre su propio futuro laboral.

Minada por la inseguridad

A Brynn la maternidad no le reemplazaba su deseo de brillar en alguna cartelera de Broadway o Hollywood.

Enojada con la falta de oportunidades le confesó a su amiga Suzan Stadner, que se sentía muy frustrada. Y mencionó el hecho de que, en el show Saturday Night Live, Phil aparecía al principio con Brynn sentado en un bar, pero el director no quería que ella estuviese en la zona más iluminada.

Phil, por el contrario, seguía coleccionando aplausos y ganó un premio Emmy como guionista del programa.

Estar en segundo plano, a la sombra de su marido, la inundó de celos. Sería injusto decir que Phil no intentó que Brynn creciera laboralmente. ¡Hasta escribió una serie para poder hacer juntos! Pero la cadena televisiva no estuvo interesada en ese proyecto. En una palabra, no les interesaba Brynn. Esto quedó claro, en 1995, cuando le dieron a Phil su propia telecomedia: NewsRadio. Fue un éxito rotundo. Phil seguía escalando y Brynn tragando envidia. A sus ojos era injusto que no le llegaran ofertas… El único papel que había conseguido fue en una película para interpretar a una camarera que decía ¡dos frases!

Su sentimiento de inseguridad era inversamente proporcional al éxito de Phil. Brynn empezó a beber cada vez más y a consumir cocaína. Sus amigos empezaron a temerle porque tenía serios problemas para manejar su temperamento, perdía el control con facilidad.

Extraviada entre sus deseos no materializados, empezó a creer que para cambiar su futuro laboral tenía que modificar su exterior… su cuerpo. Así comenzaron las cirugías estéticas. Metza Giezing, la niñera de los chicos de los Hartman cuando vivían en Nueva York, dijo que la idea de una de las cirugías de cara había sido del mismo Phil: “Él pensaba que su cara era demasiado redonda y que su mentón podría ser más cuadrado”. Como si una barbilla geométrica pudiera convertirse en un buen timón para un barco encallado en el desierto de la baja autoestima.

Quizá lo del mentón redondo haya sido un mal chiste de Phil, quizá fuese la necesidad de Brynn o, quizá, solo era un síntoma más de la tormenta que se avecinaba.

El alcohol y las drogas fueron el refugio que encontró Brynn, pero también lo que terminó de profundizar la grieta que se había abierto entre los dos.

Reír de mentira

Phil, por su lado, optaba por no enfrentar los problemas. Escapaba. Cuando no estaba grabando y trabajando, estaba arriba de su propio avión. Cuando no tenía más remedio que estar en su casa, se escondía en la trinchera de la marihuana.

El abogado Steven Small, amigo de Phil, contó que el cómico le confesó que cuando llegaba a casa y se refugiaba en su cueva y “Brynn me tira granadas para sacarme de allí”. Una especial forma de ver la realidad a medias.

A principios de 1998, Brynn Hartman ostentaba tal nivel de alcoholismo y de abuso de cocaína que el asunto ya no podía ignorarse. Terminó ingresada en un centro de desintoxicación en Arizona. A los cuatro días se escapó. En mayo, la empleada que tenían en su casa renunció: las peleas de los Hartman eran para ella intolerables y permanentes. Según contaban los amigos, los dos se acusaban mutuamente de impedir el divorcio. Esos amigos nunca pensaron que las cosas fueran tan graves.

Ese mismo año, los Hartman, en un rapto de cordura, intentaron recuperar la pareja. Empezaron a hacer senderismo juntos y recurrieron a planes compartidos en spas de lujo. Querían momentos de intimidad para remontar la relación.

El 25 de mayo de 1998, Brynn reservó el tratamiento Endless Courtship (cortejo sin fin) en el Skin Spa, de Encino Avenue, cerca de su casa. Era parte del programa que se habían impuesto para salvar el matrimonio.

Tres días después los dos faltaron a su cita con la vida.

Alcohol, antidepresivos y balas

Las peleas de la pareja solían desatarse por la noche. Cuando la cosa se ponía fiera, él optaba por retirarse de la escena y se iba a dormir. Por la mañana, todo parecía haber vuelto a la normalidad. Esos pensamientos mágicos suelen rodear a la peligrosa calma chicha.

Steven Small dijo a la prensa algo revelador: Phil le había contado que muchas veces se hacía el dormido para que ella lo dejara tranquilo.

La noche del miércoles 27 de mayo de 1998, Brynn salió a cenar con su amiga Christine Zander, productora de Cosas de marcianos. Fueron al restó italiano Buca di Beppo. Brynn bebió dos Cosmopolitan (tragos con vodka, triple sec y jugo de arándanos rojos). Eso y algo más… antidepresivos.

Al volver a su casa de Encino Avenue 5054, en la ciudad de Los Ángeles (una casona valuada en un millón y medio de dólares de aquel entonces), ya estaba ebria. La pelea habría comenzado cuando él le recriminó haber vuelto a las andadas con la bebida y las drogas y la habría amenazado con pedir el divorcio.

Según Steven Small, la pareja tenía un patrón de conducta y pelea repetitivos: “Ella quería conseguir su atención y sobreactuaba las discusiones y él simplemente se retiraba y se iba a acostar”.

Esa noche la discusión fue escuchada por todos los vecinos. Phil gritó, varias veces, la palabra “divorcio”.

Harto de todo, a las dos de la mañana, Phil Hartman se fue a la cama.

Pero aquella noche, no fue como siempre. Luego de deambular furiosa por la casa Brynn tomó varios antidepresivos más.

Debido al miedo que tenía Brynn a la invasión de fans y acosadores de celebrities por su exitoso marido, la pareja había comprado varias armas y las había escondido por la casa. Mala idea. Muy mala idea.

Cerca de las 3 de la mañana, Brynn agarró un revólver calibre 38 y entró al cuarto sacada. Fue hasta la cama donde descansaba Phil y le pegó tres tiros. No sabemos si Phil dormía o si solo actuaba su sueño una vez más, pero los balazos le dieron uno en la cabeza, otro en el cuello y un tercero en el brazo.

Una vez descargada la rabia, Brynn se subió a su auto y manejó hasta la casa de un amigo, Ron Douglas. Le contó lo que había hecho. Douglas la vio tan borracha que no le creyó y le dijo que se acostara, pero Brynn perdió la conciencia. Douglas intranquilo revisó su cartera. Se llevó una sorpresa: ahí había un revólver. Asustado la zamarreó un poco para despertarla y le dijo de volver juntos a la mansión Hartman. Regresaron cada uno en su auto.

En la cama ensangrentada estaba el cadáver de Phil. Douglas llamó a la policía a las 6.20 de la mañana y acto seguido fue a buscar a Sean, el hijo mayor de la pareja. Sean dijo haber escuchado varios “portazos” esa noche… Portazos que eran tiros.

Los policías llegaron enseguida y se encargaron de ir a rescatar a Birgen, de 6 años, que todavía estaba en su dormitorio. Salió aterrorizada.

En medio del revuelo y la confusión que reinaba en la enorme casa de los Hartman, Brynn sacó otro revólver calibre 38 de un escondite, corrió al piso de arriba y se encerró en su dormitorio. Se tiró junto al cuerpo de su marido asesinado y se pegó un tiro que ingresó por su ojo derecho. El balazo retumbó contra las paredes y la policía se dio cuenta del descuido fatal.

Sean y Birgen eran, ahora, huérfanos.

Los cuerpos fueron cremados y sus cenizas esparcidas en la Isla Catalina, según pedía en su anticipado testamento el propio Phil.

Imperfecta vida

La autopsia encontró restos de alcohol, de cocaína y del antidepresivo Zoloft en el cadáver de Brynn. Todo mezclado podía haberle provocado un brote psicótico, dijeron los expertos.

Rita Wilson, mujer de Tom Hanks y compañera de Hartman en la película Un papá en apuros, al enterarse expresó espantada: “es una tragedia indescriptible… ahora dos niños se han quedado sin las dos personas más importantes para ellos y con una vida llena de confusión por delante”. Y Christine Zander, quien había pasado las últimas horas con Brynn, declaró que no entendía que podía haber ocurrido porque aquella noche se había mostrado de excelente humor e incluso habían hecho planes para el fin de semana siguiente.

Nadie comprendía cómo se había llegado a semejante drama. Él ganaba 50 mil dólares por episodio, tenían unos bellos y sanos hijos pequeños, vacaciones garantizadas… la vida parecía sonreírles. Incluso, hubo quienes contaron que los Hartman habían estado hablando de que, en un par de años más, él podría retirarse y se podrían mudar a la isla Santa Catalina, un lugar que les encantaba y donde solían ir de vacaciones con los chicos.

La violenta muerte de la pareja provocó un auténtico shock entre los que los conocían y en la audiencia televisiva. ¿Qué le había pasado a la perfecta familia norteamericana?

La depresión de Brynn por su fracaso laboral y la peligrosa mezcla de sustancias eran una posible explicación post tragedia.

La orfandad de sus hijos

Parece increíble la previsión que tuvo Phil al redactar su testamento cuando en el horizonte de su existencia solo brillaba el sol.

Los niños fueron enviados, durante unas semanas, a quedarse con John, un hermano de Phil, que era ejecutivo de una compañía de Los Ángeles. Luego, como estaba estipulado en la última voluntad de su padre, partieron a vivir con la hermana de Brynn, Katherine Kay Wright (29) y su marido Mike, quienes no tenían hijos. Se criaron en Eau Claire, Wisconsin.

De Sean solo se sabe que está llegando a los 30 años, que vive en Oakland y que es un experto en artes visuales además de músico. Birgen se graduó en periodismo y comunicación en la Universidad de Minnesota y, en 2018, se casó en una ceremonia en Italia. Su cuenta de Instagram tiene hoy más de 20 mil seguidores.

Como responsables de Sean y Birgen, los tíos que los criaron recibieron, también esto estaba explicitado en el testamento, 50.000 dólares. Otro tío materno, Gregory Omdahl, demandó por muerte injusta a la compañía farmacéutica Pfizer y al psiquiatra Arthur Sorosky, quien había prescripto la droga que tomó Brynn. En mayo del año 2000, llegaron a un acuerdo para evitar el juicio y los chicos obtuvieron más de 10. 000 dólares cada uno.

Además, en aquella precoz voluntad manifestada por el cómico, se establecían pautas muy claras: cada hijo recibiría un tercio de su herencia cuando cumplieran los 25 años o cuando obtuvieran un título de graduación de alguna universidad; tendrían derecho a la mitad de la herencia cuando llegaran a los 30 y entrarían en posesión del resto de los bienes cuando tuvieran 35.

La risa que envolvía la vida de los Hartman, resultó como una de esas máscaras de carnaval de mueca siniestra… y explotó en mil pedazos.

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