Volvieron las restricciones y hay puja por las clases presenciales. Mientras tanto, los padres evalúan qué hacer con sus hijos. Una especialista explica por qué es fundamental que ellos asimilen solos los cuidados.
Los padres están en una disyuntiva. Mientras el gobierno porteño disiente con el nacional respecto a suspender las clases presenciales por al menos dos semanas para frenar la ola de contagios de COVID-19, los adultos intentan acoplarse nuevamente a las rarezas de esta realidad sanitaria que golpea sin dar respiro. Con la vuelta a los colegios, los menores se estaban acercando un poco a la vieja normalidad, cuando la segunda ola se desató en la Argentina y todo parece volver para atrás.
En ese contexto, los adultos intentan reorganizar su vida: los quehaceres domésticos, las demandas laborales, el cuidado de los hijos, entre decenas de actividades que abruman al estar dentro de casa. En paralelo a este debate acerca de si hay que volver o no a las aulas, UNICEF y la Sociedad Argentina de Pediatría avalaron la educación presencial.
Por su parte, algunos psicólogos sostienen que la solución no es cerrar las aulas sino educar a los más chicos en lo que respecta a las medidas de prevención. Con Bienestar habló con Marisa Russomando, psicóloga de familia (M.N. 23.189), quien fue clara al respecto: “Es importante que los infantes comiencen a incorporar las medidas de prevención contra el COVID-19 desde el momento en el que están escolarizados o que ya participan de alguna actividad como ser guardería, jardín, entre otras. A partir de los 2 años es ideal, porque en su mayoría ya van al jardín. Ahí es el momento en que los padres deben empezar a hablarles a sus hijos sobre los cuidados, intentando transmitir conceptos que ellos consideren necesarios como es el lavado de manos y el distanciamiento entre los menores, ya que el uso del barbijo no es obligatorio hasta los 6 años. Lo más importante es hablarles con calma y poder transmitirles las normas de seguridad sin que el menor se abrume y sin que perciba miedo, ansiedad o desesperación”, explicó.
En ese sentido, la especialista sostuvo que la mejor manera de explicarles cómo deben cuidarse tiene que ver con el uso del barbijo (si los adultos lo consideran), el mantenimiento de la distancia, las ventanas abiertas (que los menores pueden incorporar y chequear que los mayores lo cumplan) y la higiene de manos, que es fundamental. “Los infantes suelen jugar en el suelo y tocar muchos objetos. Por eso, las medidas preventivas que los padres les enseñen deben ser sencillas y claras. El tono con el que decimos las cosas es muy importante y también recordarles las medidas antes de que entren a la guardería o jardín y antes de ingresar al hogar”, señaló.
En lo que respecta a la pluriinformación, Russomando advirtió: “Me parece que es una de las dificultades que estamos padeciendo desde el comienzo de la pandemia el año pasado. Hay mucha información, incluso contradictoria. La TV en épocas de crisis, como sucedió esta semana particularmente, suele estar encendida todo el tiempo que estamos en casa ya que los adultos queremos estar informados. Si bien la sobreinformación no es buena para nadie, no tenemos en cuenta que nuestros hijos también escuchan las noticias. Eso les genera mucha ansiedad. Hay palabras complicadas como `enfermedad´, `muerte´, `problemas respiratorios´, `contagiados´, etcétera, que uno debería filtrarles un poco a los chicos, manteniendo el clima armonioso y la tranquilidad del hogar e intentando que los padres se informen cuando los menores no están”.
En esa misma línea, alertó: “Los chicos también leen y la pandemia les afecta. Ellos se vieron muy restringidos en su rutina escolar y en la sociabilidad. Los psicólogos estamos viendo niños más ansiosos, miedosos y fóbicos. También algunos que, desde el comienzo de la pandemia, perdieron las habilidades sociales. Algunos porque las estaban construyendo y hubo una pausa en ese aprendizaje. Otros porque no las incorporaron ya que iban a aprenderlo el año pasado en el jardín y ahora deben enfrentarse al esfuerzo de tener que hacer todo eso junto. Por tal motivo es que los padres deben acompañarlos de una manera contenedora y empática. Hay casos de chicos que la pasan mal yendo al jardín porque ven que no se cumplen las normas preventivas y son niños muy informados al respecto, ya sea por características personales o por dinámica de la familia”.
Por último, y respecto a cómo ayudarlos a mantener su normalidad sin exponerlos ni al virus ni al aislamiento, una buena brújula -dijo la especialista- es todo lo que suceda al aire libre. “No sabemos cuánto se extenderán las restricciones, pero los espacios verdes y abiertos son un ámbito donde se corre poco riesgo. Dejarlos que vayan a los cumpleaños en exteriores, que puedan hacer deporte en lugares verdes y encontrarse con amigos/as son opciones muy beneficiosas para ellos. No sólo hay que acompañarlos sino también motivarlos debido a la carencia de eso durante casi todo un año”, concluyó.