Distintos analistas estudiaron la situación social de nuestro país y afirman que los sondeos indican que siete de cada 10 argentinos está dispuesto a realizar cierres más severos, intercalados con aperturas para mantener el delicado equilibrio entre la recuperación económica y saturación del sistema sanitario.
El Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag) midió el humor social ante el rebrote de coronavirus y más del 70% de la población parece estar dispuesto a aceptar medidas más restrictivas.
“Se trata de una disputa por las representaciones, de cómo nos vamos a explicar lo que pasa ahora y lo que pasó en 2020. La posibilidad o imposibilidad de medidas más estrictas va a tener que ver con cómo nos las explicamos a nosotros mismos, cómo se va zanjando esa disputa”, dijo el sociólogo Daniel Feierstein.
Feierstein cree que aunque una parte mayoritaria de la ciudadanía apoya las medidas para frenar el avance del coronavirus, el Estado debería brindar más herramientas. “En los estudios de opinión se observa una porción muy significativa de la población que comprende la gravedad de la situación. Y, posiblemente, si apareciera un apoyo económico que por ahora no está, debería aumentar el respaldo a las medidas”, señala.
En tanto, el politólogo Hilario Moreno, de la consultora Dicen, ve un movimiento en la economía que aún no se tradujo en mejoras concretas: “Los problemas mayoritariamente vienen de la situación económica a fines de diciembre de 2020. La economía mejoró bastante, pero no hubo un correlato en la imagen del gobierno, ni en las percepciones económicas, ni en expectativas”.
Para Moreno, la inflación es la principal dificultad que enfrenta la población y subrayó: “se mueve la economía, pero hasta ahora no hubo aumentos salariales. Si estás en un gobierno peronista y la economía mejora, pero no se reparte, estás en problemas. La preocupación no es por la libertad sino la subsistencia económica”.
Además de la economía, otro obstáculo del Gobierno nacional parece ser la oposición que cree encontrar eco en la población para rechazar medidas de cuidado y distanciamiento. Feierstein la denomina “minoría intensa” y cree que, con el paso de los días y el aumento de los contagios, la porción de la población que rechaza las restricciones es cada vez menor: “Dada la gravedad de los casos actuales y el casi colapso del sistema de salud, esa minoría intensa se va reduciendo. Pero es un desafío político la respuesta a ese sector”.
Del Franco, titular de Analía del Franco Consultores, también piensa que con los cierres dispuestos en la mayor parte de los países occidentales esa mirada pierde terreno. “El año pasado tenían más asidero que este por lo que ocurría en el resto del mundo. Ahora parecería que la mayoría está a favor de organizar mejor la cuarentena, si después lo pueden cumplir o no es otra cosa”, remarca.
Con respecto a la dicotomía salud-economía, Moreno cree que con el paso de los meses la mayoría de las personas se fue acostumbrando a convivir con la pandemia y sabe cómo comportarse para prevenir la enfermedad, y también saben que si aumentan los casos se incrementará la severidad de las restricciones.
“Todos tenemos un familiar que se contagió o se murió. Está bastante claro qué puede suceder, lo que no hay es soga para cerrar ‘por las dudas’”, analizó el politólogo.
Además, sostuvo que no ve un “problema con las restricciones en abstracto” sino que aparecen cuando se trata de “cuestiones más reales” como que los chicos no concurran al colegio o cuestiones laborales y hace hincapié que: “no hay esa percepción estalinista de falta de libertad; tal vez la hubo al principio, pero fue tomando un equilibrio. A medida que cortes más fuentes de laburo puede empezar a tener más peso. Pega distinto para el que puede trabajar desde su casa y el que no. A los comerciantes los parte al medio”.
Sobre los anticuarentena, Feierstein sostiene que es una “minoría intensa” que está “muy amplificada mediáticamente”, y que el “direccionamiento del discurso oficial” le terminó dando “más peso del que tiene”.
Para el sociólogo, el Gobierno le habla permanentemente a ese sector y “parecería que se refiere a la mayoría de la población”, pero representa a un 10 o 15% de la población. Sobre esto, Feierstein considera que esta “minoría intensa” termina “ejerciendo un rol en la política sanitaria mucho mayor a su peso en la sociedad”.