Un tercio de la población que se infectó con el virus tiene problemas de salud mental a mediano y largo plazo, informaron investigadores a la revista Lancet Psychiatry.
Sin dudas, el coronavirus golpeó a la población mundial por todos los frentes: física, económica, social y psíquicamente. La pandemia parece no terminar nunca y el clima amenazante del virus SARS-CoV-2 está agotando a la gente en todo sentido. Los países más pobres, como es el caso de los latinoamericanos, ven desde lejos como los más ricos inmunizan a sus poblaciones en tiempo récord y en un intento desesperado por volver a la normalidad y reactivar así la vida de antes y, por supuesto, la economía.
Las desigualdades e incapacidades de gestión y resolución rápida por parte de algunos gobiernos quedaron a la vista con esta pandemia. Mientras tanto, mucha gente hace lo que puede y lo que le dicen las autoridades bajo promesas de vacunación que no se estarían concretando. Las poblaciones más pobres siguen con las medidas de prevención (aislamiento social, uso de barbijo e higienización de manos y ambientes), mientras esperan el antídoto que cambiará sus vidas y les devolverá algo de esperanza.
Todo ese estrés, sumado al causado por el propio virus cuando ataca el organismo, está haciendo estragos en la salud física y mental de las personas. Un reciente estudio publicado en la revista Lancet Psychiatry, dejó lo anterior en evidencia: uno de cada tres (el 34%) sobrevivientes de COVID-19 recibió un diagnóstico neurológico o psiquiátrico dentro de los seis meses posteriores a la infección.
El estudio (observacional) se realizó en base a 230 mil registros de salud mental de pacientes que habían contraído el virus. El diagnóstico más común fue la ansiedad, que se encontró en el 17% de los pacientes tratados por coronavirus, seguido de los trastornos del estado de ánimo, que se detectaron en el 14%.
Los investigadores revelaron que los efectos neurológicos son más graves en los pacientes hospitalizados, aunque también afectan a los ambulatorios. “Esa tasa aumentó progresivamente a medida que crecía la gravedad de la enfermedad por COVID-19. Si observamos a los pacientes que fueron hospitalizados, esa cifra aumentó un 39%”, dijo Maxime Taquet, investigador clínico académico en Psiquiatría de la Universidad de Oxford y coautor del nuevo estudio.
Los investigadores hicieron énfasis en contener y ayudar a las personas que tuvieron COVID-19 y que sufrieron secuelas psíquicas. En ese sentido, Taquet señaló: “Nuestros resultados indican que las enfermedades cerebrales y los trastornos psiquiátricos son más comunes después del coronavirus que después de la gripe u otras infecciones respiratorias, incluso cuando los pacientes se comparan por otros factores de riesgo. Ahora, necesitamos ver qué sucede después de los seis meses”.
Desde el comienzo de la pandemia, no se había hecho un estudio similar de tal envergadura. Este se basó en los registros electrónicos de más de 236 mil pacientes con coronavirus, principalmente de Estados Unidos, que fueron comparados con los de personas con otras afecciones respiratorias durante el mismo período: las primeras tenían un 44% más de posibilidades de padecer enfermedades neurológicas y psiquiátricas en comparación con las segundas. Aproximadamente, uno de cada 50 pacientes con COVID-19 tuvo un accidente cerebrovascular isquémico, que es un coágulo de sangre que afecta el cerebro.
Al respecto, Taquet reveló: “Dos hallazgos negativos importantes se relacionaron con el parkinson (como temblores, movimientos lentos, deterioro del habla o rigidez muscular) y el síndrome de Guillain-Barré (enfermedad que produce debilidad y hormigueo en los pies y las piernas que se extienden a la parte superior del cuerpo y que también puede producir parálisis). Ambas afecciones son neurológicas que sabemos que a veces se asocian con una infección viral. No encontramos que fueran más comunes después del COVID-19 y después de las otras infecciones del tracto respiratorio que analizamos”.
Para el doctor Musa Sami, profesor clínico asociado de Psiquiatría en la Universidad de Nottingham, esta investigación fue un paso muy grande para la ciencia: “Este es un trabajo sólido en un gran grupo que demuestra la asociación entre el COVID-19 y complicaciones psiquiátricas y neurológicas. Este es un tema muy importante ya que ha habido una consternación considerable con respecto al coronavirus como una ‘enfermedad cerebral’”, sostuvo en diálogo con la CNN.
Para el especialista, se necesitan más estudios que ayuden a determinar cómo el virus puede afectar el cerebro y el sistema nervioso. “El estrés psicológico, las estadías más prolongadas en el hospital y las características de la enfermedad en sí pueden influir en estos trastornos”, confesó.
Masud Husain, profesor de Neurología y Ciencias Cognitivas en la Universidad de Oxford y coautor del estudio, coincidió con que los trastornos psicológicos son más frecuentes que las enfermedades neurológicas graves. “Son las personas con enfermedades muy graves las que tienen un mayor riesgo de desarrollar complicaciones neurológicas, a diferencia de lo que vemos con los trastornos de salud mental, que son mucho más graves en todos los ámbitos”, reconoció.
Otro estudio publicado en diciembre en la revista Neurology: Clinical Practice demostró que algunos pacientes con coronavirus sufrieron convulsiones y trastornos del movimiento luego de padecer la enfermedad, como producto del estrés postraumático.
No obstante, los investigadores del estudio de Lancet Psychiatry aclararon que aún faltan estudios que permitan aumentar la muestra, ya que se utilizaron “datos de atención médica de rutina” y no de investigación, dijo Paul Harrison, profesor de Psiquiatría en la Universidad de Oxford y autor principal del informe.
Por su parte, Taquet expresó en conferencia de prensa que “los pacientes que tenían COVID-19 podrían tener más probabilidades de tener un diagnóstico neurológico y psiquiátrico, simplemente porque recibieron más seguimiento, más atención médica, en comparación con aquellos con infecciones del tracto respiratorio. Eso podría explicar algunas de las diferencias que hemos observado en las tasas”.
En ese sentido, lo especialistas concluyeron que aunque los riesgos individuales para la mayoría de los trastornos son pequeños, “el efecto en toda la población puede ser sustancial para los sistemas de atención social y de salud debido a la escala de la pandemia y al hecho de que muchas de estas afecciones son crónicas”. Y advirtieron: “Como resultado, los sistemas de atención médica deben contar con recursos para hacer frente a la necesidad anticipada, tanto dentro de los servicios de atención primaria como secundaria”.