El 24 de junio de 1935 a las 15:05 la aeronave que trasportaba al incomparable poeta que puso letra a las películas que protagonizó el gran cantor de Buenos Aires, chocó contra otra en el actual Aeropuerto Olaya Herrera de Medellín, e inmediatamente todo se convirtió en una gran hoguera. Allí quedaron las vidas de la mejor sociedad que tuvo el tango.
Las tapas de todos los diarios titularon sobre la muerte de Carlos Gardel, y la tímida figura de Alfredo Le Pera volvía a quedar bajo la sombra de su amigo y socio. En ese accidente también murieron los guitarristas Guillermo Barbieri y Ángel Domingo Riverol.
Conformó con Gardel una simbiosis perfecta. Fue la dupla argentina más extraordinaria de todos los tiempos y, pese a que fueron socios durante apenas tres años, su reinado perdura. Tanto es así que cuando alguien intenta dar dimensión de un logro magnánimo, simplemente dice: “Es Gardel y Le Pera”.
En esa sociedad entrañable, Le Pera puso genio e ingenio con sus letras y el guión en las películas que protagonizó Gardel, quien a su vez puso voz, talento innato y su galantería. Fueron ese dúo del que se pone en duda qué hubiera sido uno sin el otro. Será, quizás, por esas cuestiones, que debieron partir juntos en el terrible accidente de Medellín
Alfredo Le Pera, bien argentino y bien porteño, en realidad había nacido en Brasil. Sus padres, provenientes de Italia, llegaron a Buenos Aires en 1898 y en 1900 partieron a Río de Janeiro por negocios. Al emprender el viaje de regreso su madre, que cursaba los últimos días de embarazo, dio a luz a Alfredo en San Pablo. Dos meses después regresaron a Buenos Aires.
En sus comienzos, se dedicó de lleno al periodismo teatral. Combinando su amor por las letras y el teatro, unificó ambos trabajos y fue secretario en algunas compañías teatrales. Para mediados de la década de 1920 ya era un crítico reconocido en el mundo del teatro de revista.
Su historia de vida, a pesar de los escasos 35 años que vivió, fue turbulenta y vertiginosa, viajando por todo el mundo -aún con las limitaciones existentes para ello a principios de Siglo XX-, y vale la pena conocerla. A finales de 1927, Le Pera se mudó a Suiza y luego, debido a sus contactos teatrales, llegó a Francia, donde trabó contacto con la compañía teatral más importante del momento.
Gracias a su amplio dominio de idiomas trabajó en Europa subtitulando películas. Le Pera dominaba a la perfección el italiano, francés, inglés y alemán. Entre 1927 y 1930 combinó su trabajo en los diarios y en los escenarios.
De regreso a Buenos Aires, partió a Chile. En 1931 Le Pera dirigió por primera vez una compañía de teatro, cosa que lo hizo ganar máxima experiencia en el área. Esto hizo que el diario Noticias Gráficas lo enviara a Europa para concretar lazos comerciales ligados al cine. Así viajó a Italia, luego a París y a principios de 1932 se trasladó a Londres, donde entrevistó a Alfred Hitchcock. En esos días Gardel cantaba para una radio de esa ciudad y hacía un espectáculo en un hotel.
Cuando Le Pera regresa a París suceden dos cosas: ingresa a la Paramount francesa donde subtitula películas del inglés y del francés al español y viceversa; y se vuelve a reunir con Gardel en un café. En ese encuentro, ocurrido en abril de 1932, decidieron trabajar juntos.
Mientras Gardel atendía cuestiones laborales en Italia, Le Pera se muda a Berlín. Para septiembre de ese año vuelven a encontrarse en París, contrato con la Paramount de Francia de por medio. Y en esos días comenzó a escribirse una página dorada de la historia del tango.
Y en abril de 1934, finalmente Le Pera se mudó a Nueva York aceptando la propuesta de trabajar de manera exclusiva y a tiempo completo con Gardel. Se hizo cargo de escribir todos los temas de las películas y asumió como vicepresidente de la Éxito Corporation, sociedad que presidía Carlos Gardel. Esta es la etapa más importante en la carrera de los dos. Las responsabilidades que Le Pera había asumido en su asociación con Gardel -además de su labor creativa, libretos, letras- ahora incluían administración, contaduría de libros, correspondencia, etc., que caían pesadamente sobre sus espaldas.
El primer trabajo en equipo fue para la película “Espérame”, luego seguirían “Melodía de arrabal”, y “La casa es seria”. A fines del año se instalan en Nueva York para comenzar la producción de “Cuesta abajo”, y “El Tango en Broadway” para seguir después con “El día que me quieras” y “Tango Bar” Los directores de la Paramount, encantados del soberbio éxito de `Cuesta abajo’ y `El tango en Broadway’, estaban dispuestos a rodar películas con Gardel hasta el día del juicio final, lo que era perfectamente lógico, pues habían resultado magníficos triunfos artísticos y económicos.
En medio de todos esos éxitos resonantes, el 28 de marzo de 1935 daba inicio a la que sería su última gira que abarcaría Puerto Rico, Antillas, Venezuela y Colombia y que debía continuar hacia Panamá y Cuba para concluir finalmente en México, antes de emprender el regreso a Nueva York. La muerte agazapada los estaba esperando en Medellín; el accidente aéreo terminó con sus vidas y las de otros pasajeros y pilotos, el 24 de junio de 1935. Le Pera tenía sólo 35 años.
Fue uno de los poetas más importantes de la historia del tango; sus canciones y guiones cinematográficos incidieron notablemente en la consagración internacional de Gardel, y contribuyeron en su evolución.
Si hay algo innegable es que Le Pera le dio al tango letra, ingenio, poesía y ayudó a hacerlo internacional. No necesitó del lunfardo ni de palabras vulgares para imponer su estilo. Hizo letras emocionales y cargadas de historias. Su escritura fue pulcra y comprendida por cualquiera de habla hispana.
Tuvo algunos hallazgos poéticos, inconfundibles de su estilo, y que la calle rápidamente los adoptó en el lenguaje popular, como por ejemplo:
“se me pianta un lagrimón”,
“que es un soplo la vida, que veinte años no es nada”
“siempre se vuelve al primer amor”
“sus ojos se cerraron y el mundo sigue andando”
“amores de estudiantes, flores de un día son”
“mi Buenos Aires querido”
“golondrinas de un solo verano”
“la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser”
Sus obras tuvieron y tienen un sinfín de versiones, que van de Caetano Veloso a José Carreras o Plácido Domingo, de Chavela Vargas al Cigala, de Luis Miguel a Los Pericos, o Serrat, o Julio Iglesias.
Algunos, sólo algunos de sus temas:
Amores de estudiantes
Arrabal amargo
Melodía de arrabal
Mi Buenos Aires querido
Por una cabeza
Cuando tú no estás
Rubias de New York
Cuesta abajo
Silencio
El día que me quieras
Soledad
Sus ojos se cerraron
Golondrinas
Volver
Lejana tierra mía
Volvió una noche
Siempre se dijo que Gardel, cada día canta mejor. ¿Y escuchando hoy sus obras, no les parece que Le Pera cada día escribe mejor?
Escuchemos uno de esos temas que, además de ser como un himno del ambiente del turf, inmortalizó una escena de Al Pacino bailando en la película “Perfume de Mujer”:
POR UNA CABEZA, de Gardel y Le Pera por Roberto Goyeneche con Atilio Stampone en 1974.