Esta costumbre es un pilar de prevención frente al COVID-19. La frecuencia adecuada depende del tiempo de ocupación de los ambientes cerrados, del tamaño y de la cantidad de personas presentes.
El invierno es sinónimo de frío, un clima que favorece que los contagios por coronavirus se den con mayor facilidad. Las personas tienden a concentrarse más en espacios cerrados y a ventilar menos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) sigue siendo reacia a confirmar que los aerosoles transmiten el virus, pero no se discute que hay hasta 20 veces más posibilidades de trasmisión en interiores que en espacios abiertos y más si están mal ventilados.
Los lugares donde vivimos, trabajamos o estudiamos deben ser ventilados con frecuencia en estos tiempos de COVID-19, y el mejor método sigue siendo el natural. “Un hogar debería ventilarse, como mínimo, 10 minutos al día. En el caso de escuelas o lugares de trabajo, esta ventilación debe multiplicarse por cinco″, señala la directora del departamento de Salud Pública y Medio Ambiente de la OMS, la española María Neira. La frecuencia de ventilación adecuada depende, por un lado, de la duración de los encuentros en los ambientes cerrados, de su tamaño y de la cantidad de personas presentes.
Es fundamental ventilar, renovar el aire, para mantener una calidad de aire saludable dentro del hogar y también, evitar que se enfríe demasiado el ambiente. Por eso, cuando se cierran las ventanas hay que procurar que no se escape más calor. Esto se puede conseguir sellando correctamente las ventanas para que el aislamiento sea efectivo. Desde Médicos del Mundo, aseguran que el aire debe cambiarse ocho veces cada hora para reducir el riesgo de contagiarse.
Cuando y cómo ventilar
El mejor momento para ventilar la casa es por la mañana, y, si hace mucho frío, abrir las ventanas en el momento en que la temperatura exterior sea más elevada, es decir hacia el mediodía. Se pueden abrir las ventanas habitación por habitación o bien abrir de par en par todas ellas para que exista una ventilación cruzada que circule por toda la casa, de manera que se produzcan corrientes de aire. Con este último método, se va a sentir más el frío, pero también es verdad que resulta mucho más rápido, por lo que se podrá ventilar todo el hogar en pocos minutos. Resulta efectivo en aquellas casas en las que las ventanas son numerosas y están distribuidas de tal forma que permiten que ese flujo de aire sea potente y muy efectivo.
A la hora de dormir, puede ser costumbre hacerlo con algunos centímetros de las ventanas abiertas, pero en un domicilio hay personas convivientes, por lo que no habría que tener mayores cuidados, salvo que haya algún caso positivo de covid en casa.
Según la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA por sus siglas en inglés), la concentración de algunos elementos contaminantes en el interior de las casas puede llegar a ser 100 veces mayor que en el exterior. Esto se da en especial por las mañanas, después de haber dormido en ambientes encerrados.
Una ventilación correcta no inhabilita la estrategia referente al uso de geles, lavado de manos, distancia de seguridad ni, por supuesto, al uso de barbijos que son necesarios para prevenir el contagio por gotículas, pero también por aerosoles.
Fuente: TN/Con Bienestar