La carne aviar pasó a ser la más consumida en el país, pero la exportación no remonta. Inflación, tipo de cambio y otros factores que influyen. Qué presas piden las naciones importadoras. Los números de un sector agroindustrial que quiere seguir creciendo.
El pollo argentino llegó a este 10 de mayo (cuando que se celebra el día mundial), con la medalla de ser la carne más consumida en el país: desplazó por primera vez a los cortes vacunos. Aunque siente una “sana envidia”, porque los bovinos le dejaron el trofeo mayor sobre el consumo interno mientras salían a jugar en el escenario mundial, los productos aviares parecen no tener suerte en las ventas externas.
Fronteras adentro es una competencia pareja, con oscilaciones mensuales, en ambos casos alrededor de los 4 kilos por habitante. Anualizado, da un promedio de unos 50 kilos por año. En tercer lugar, se posicionan los 16 kilos de cortes porcinos (entre frescos y embutidos) por habitante/por año.
El año pasado, las cifras oficiales cerraron todavía con una leve ventaja para los cortes bovinos, pero en el 2021 siguió bajando su nivel de consumo per cápita y la carne aviar se mantuvo. Por eso, el liderazgo asumido por los diversos especialistas de las proteínas animales.
Con todo, ese crecimiento interno es la contratacara de un estancamiento preocupante a nivel de exportaciones. Por eso la metáfora de que el pollo envidia a la vaca, que salió al mundo con más fuerza (en 2019 y 2020 exportó en torno a las 900 mil toneladas) y eso le ha dado una fortaleza a la industria bovina que la aviar desearía.
En 2020, el sector pollero proyectó crecer 30.000 toneladas en sus exportaciones, para pasar de 270.000 a 300.000 toneladas, pero el número final fue una caída hasta las 240.000 toneladas.
¿La causa? Tiene que ver con las condiciones macroeconómicas de la Argentina. El aumento de costos por la inflación argentina se traduce en un incremento del costo en dólares y no tiene que ver con el precio internacional de la soja o el maíz, porque esa variable impacta en todo el mundo y equipara la competitividad de los productores de los diversos países. Incluso, por las retenciones, el precio de los granos es inferior en dólares en la Argentina respecto de los valores a nivel global.
Según explicó el presidente del Centro de Empresas Procesadoras Avícolas (CEPA), Roberto Domenech, el problema más serio es la inflación, proyectada para este año en 29%, que combinada con paritarias de 35%, y un incremento del tipo de cambio dólar/peso de 25%, redundaría en un 4% de aumento de costo en dólares. Eso es demasiado en el mercado internacional”.
El líder del sector pollero reflejó que “el año pasado no pudimos competir con la devaluación brasileña, que fue de 45%” y el sobrante de producción no exportado se derivó al mercado interno: provocó una sobreoferta que se tradujo en unos 600-700g/hab/año más de consumo. A su vez, las 30.000 toneladas de exportación no alcanzadas, según lo proyectado, sumó a la sobreoferta aproximadamente 1,5 kg/hab/año que se canalizó al mercado interno con una baja de precio y pérdidas de dinero. Ya se calcula que habrá una merma productiva respecto del año pasado. “Teníamos un programa al 2025 que preveía 3% de crecimiento anual, pero en 2021 estaremos entre 1 y 2% por debajo de la producción de 2020”, dijo Domenech.
Números de una industria con ganas de más
En la Argentina, se alimentan simultáneamente 150 millones de pollos, que como tienen un tiempo promedio de cría de 50 días, permiten una faena diaria de lunes a viernes de 3,5 millones. Ese trabajo es llevado a cabo por distintos tipos de empresas: las 38 más grandes están integradas verticalmente y representan el 80% de la producción nacional. El restante 20% son granjas productoras o faenadoras independientes. En total, directa e indirectamente, el sector emplea a unas 75.000 personas.
Respecto de las inversiones para ganar competitividad en el mundo, Domenech puntualizó que “es clave renovar de la tecnología que se usa en los galpones y construir nuevos automatizados, manejados por computadora, que en Argentina llegan a 15% de la superficie. Con galpones tradicionales se necesita 1,8 kg de alimento para producir 1 kg de pollo; con los automáticos solo se precisa 1,6 kg de balanceado. En Argentina hay 11 millones de m2 de galpones de los cuales, de los cuales 2 millones de m2 son de última generación, 7 millones se construyeron en los últimos 15 años y el resto debería reemplazarse. Para construir esos galpones las inversiones son grandes y deberían amortizarse en 8 años”.
El directivo considera que “es un plan posible, pero hay que hacerlo con un plan de desarrollo. Si queremos transformar maíz y soja en proteína animal no alcanza solo con poner más gallinas y pollitos. Necesitamos hacer 300 galpones (cuyo costo unitario es de US$ 200.000) por año durante 5 años. Son galpones de 160 metros de largo por 16 metros de ancho (los antiguos son de 120 por 12), pasando de criar 15.000 a 30.000 pollos por galpón”.
Cómo se reparte nuestro pollo en el mundo
Según las estadísticas de exportaciones, los destinos del pollo argentino tienen sus presas preferidas. Las supremas se las disputan entre España, Países Bajos, Inglaterra y Suiza. Chile compra pollo entero, suprema y algo de pata muslo, y comparte con Vietnam las harinas de plumas de alta proteína (importadas por fabricantes de alimentos para peces). Perú prefiere las gallinas pesadas trozadas; a Singapur, China y Hong Kong también van gallinas trozadas, garras y alas. Sudáfrica requiere cuartos traseros, carcazas y menudencias. En tanto, Arabia Saudita y Emiratos Árabes piden pollo gourmet de 900 a 1.400 gramos y pechugas congeladas.
Cumple los 15
Desde 2006 se celebra el 10 de mayo como Día Mundial del Pollo. Hace 15 años, en Anuga, la gran feria de alimentación que se realiza en Colonia, Alemania, se instituyó la fecha en acuerdo de las cámaras de la industria del pollo de Estados Unidos, Brasil, Chile, Francia y Argentina, representada por el Centro de Empresas Procesadoras Avícolas (CEPA).