Es un sentimiento permanente de incapacidad. Cuando se consiguen entender las causas y la raíz del problema, se lo puede dejar de lado con mayor facilidad.
El complejo de inferioridad es el conjunto de signos, actitudes y conductas que se expresan como resultado de sentirse menos ante los demás. Este término surgió por primera vez de la mano del psicoanalista Alfred Adler que tenía la curiosidad para llegar a comprender por qué algunas personas carecen de suficiente fuerza de voluntad o confianza para llegar a sus metas.
“Se caracteriza por la indefensión, la decepción constante y, fundamentalmente, porque se hace presente gran cantidad de pérdidas: laborales, afectivas y otras que generan más miedo, tristeza, desesperación y soledad”, describe Ezequiel Achilli (M.N. 115.646) médico psicoanalista, miembro titular de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires (APdeBA) y de la International Psychoanalytical Association (IPA).
Las personas que tienen complejo de inferioridad sufren mucho. No se ven capaces de proponer cosas, de realizar actividades por iniciativa propia, de plantear ideas en su entorno tanto laboral como social, porque no valoran sus capacidades de realización ni de éxito. Suelen pasar desapercibidos en todos los ambientes en los que se desenvuelven. Esta invisibilidad los hace sentirse cómodos de acuerdo al bajo concepto de sí mismos y a la vez acrecientan esos sentimientos negativos sobre su capacidad.
Los juicios y la comparación con los demás se acompañan de sentimientos y emociones negativas hacia sí mismos y hacia los demás, como vergüenza, enojo y hasta envidia que son muy tóxicas.
La salida para superar la inseguridad
Cuando se consiguen entender las causas y la raíz de un problema, se puede ser capaz de superarlo con mayor facilidad. Aunque no siempre es determinante, entender los motivos ayuda a la superación y resolución.
“Este sentimiento deriva del momento primordial de ser protegido y a lo que Freud llama desamparo infantil. Si en los cuidados primordiales alguno de los progenitores se excede en su cuidado, en el futuro ese niño se lo demandará al mundo y se sentirá frustrado. Si la educación que recibe es autoritaria se sentirá humillado; y si falta, no puede lograr ser miembro de un grupo. Esto se expresa luego en un exceso de exigencia que conduce a la frustración, a la dificultad para tolerarla y a constantes autorreproches”, detalla el especialista, magíster en Psicopatología y Salud Mental.
Después de haber analizado algunas de las características principales que tienen las personas con sentimientos de inferioridad, así como también conocido cuáles son las causas más comunes, el psicoanalista afirma que pueden existir tres formas de salida de este sentimiento, que no implican necesariamente un tratamiento.
“Por un lado la compensación a través de conocer las herramientas propias, que suelen dejarse de lado cuando aparece el sentimiento de inferioridad. Otra de las salidas es el refuerzo de la creatividad, que todos tenemos, y así transformar lo que hacemos a diario en algo que no sea rutina. Se pueden hacer las mismas cosas de manera diferente. Y, fundamentalmente, despertar un mayor interés por los demás, la cooperación, y así transformar el malestar en sentimiento de comunidad. Relacionarse, vincularse, ayudar y trabajar con y junto a otros que también necesitan de nosotros”, aconseja Achilli.
Si al leer esto la persona, se sintió identificada, sería indicado iniciar un tratamiento psicológico para ayudar a percibir la vida desde un punto más realista, a poder ubicarse en ella a la misma altura que los demás y a recuperar calidad de vida.
Fuente: TN/Con Bienestar