Es un dispositivo que se utiliza en el ámbito sanitario para monitorizar los niveles de concentración de oxígeno en sangre de forma no intrusiva. Su uso es bastante sencillo. ¿Es realmente necesario tenerlo en casa?
Este dispositivo se coloca en el dedo, por lo general en el índice o el mayor, para medir tanto el pulso como la saturación de oxígeno. Lo primero, se puede controlar sin necesidad de aparatos, pero para lo segundo sí se necesita uno. Y es importante, porque este parámetro es un claro indicador de la gravedad del COVID-19.
“Es útil tener un oxímetro de pulso, ya que si baja de 94 es señal de alarma y para quien tiene falta de aire, es decir disnea, sería bueno hacer una espirometría en principio, ya que también puede ser subjetiva, influenciada por pánico y emociones”, explica a Con Bienestar, Eduardo Giugno (M.N. 46.436), médico neumonólogo. La mayoría de la gente sana deberá tener entre 95 y 98 por ciento de oxígeno en la sangre.
En cuanto al ritmo cardíaco normal para un adulto en reposo, oscila entre los 60 y los 100 latidos por minuto, aunque los atletas con un acondicionamiento cardiovascular mayor tendrán un pulso más bajo.
Hay oxímetros de muñeca, de mesa y de mano, pero el más usado es el que mide qué cantidad de oxígeno está pasando por los dedos. La mayoría exige tener la uña hacia arriba y una vez que se coloca, en unos segundos se encienden unas luces con números que indican los niveles.
La medición de la saturación de oxígeno arterial mediante oxímetros o también llamados saturómetros se basa en que, a diferencia de otros fluidos, el flujo de sangre arterial es pulsátil y esta pulsación modula la luz que lo atraviesa, mientras que en los otros fluidos y tejidos mantiene una absorción constante.
Con la aparición del coronavirus, que afecta principalmente a los pulmones y la capacidad de respirar, este artefacto a pilas sirve perfectamente para mantenerse alerta a los cambios que puedan requerir la asistencia de oxígeno adicional en una atención de emergencia.
“En mi caso, lo compré porque empecé a ahogarme mientras estaba con aislamiento domiciliario. Fui a la guardia del Hospital de Boulogne, no saturaba bien, pero la radiografía de tórax y los análisis de laboratorio me dieron bien. Fue una manera de que mi familia y yo nos quedáramos tranquilos: si medía bien, nada malo podía estar pasando”, admite Nicolás Santana, ya de alta por covid, pero con estudios médicos en curso para ver si quedó con alguna secuela. No la pasó bien: tuvo episodios de falta de aire cuando comía, hablaba o caminaba hasta el baño.
“Igual que el termómetro da una idea de la temperatura, el oxímetro da una idea de la saturación de oxígeno. Si la persona se agita y se marea con frecuencia durante un cuadro leve de COVID-19, es conveniente tener uno en casa para tranquilizar al paciente o actuar si no satura bien”, señala Bárbara Broese (M.N. 130.018), Jefa de Epidemiología del Hospital Central de San Isidro.
Es más fácil reforzar el nivel de oxígeno que está empezando a bajar que uno que ya está bajo. Es común que los pacientes con COVID-19 experimenten una caída de oxígeno en la sangre, por lo que es recomendable un monitoreo con un oxímetro para prevenir una neumonía.
Es conveniente estar en una situación de reposo por lo menos cinco minutos antes de hacer la medición. Si no es así, podrían alterarse los resultados de la saturación de oxígeno y de la frecuencia cardíaca.
Fuente: TN/Con Bienestar