En las últimas semanas, se acortaron las diferencias entre la piezas caras y los populares, en sentido contrario a los deseos del Gobierno.
Los precios de la carne vacuna subieron durante mayo un 6% en promedio. Es un número contrario a los deseos del Gobierno, que viene tomando medidas para frenar los incrementos de este producto de la canasta básica de alimentos, hasta ahora sin éxito. La inflación general en el último mes osciló en torno al 4%.
El dato más contradictorio con la intención oficial es que los cortes populares, de menor valor, son los que más aumentan: un 10% en el último mes, tanto el osobuco como la picada común. La tortuguita completó el podio con un alza del 8%. Y en el otro extremo, el lomo ha mostrado una evolución inferior: alrededor del 3%.
Todo en un contexto, tal como ha informado TN.com.ar a través del Indice Asado, en el que los precios de la carne suben en distintas zonas comerciales.
En el panorama anual, el escenario es similar, siempre en basa a datos del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna (IPCVA). Con una suba acumulada de 76,2% entre el mismo mes de 2020 y 2021, el asado de tira es lo que más trepó en valor: 90%. Y su alternativa más austera, la falda, ocupa el segundo puesto con un alza del 85%. El vacío, el otro gran clásico de las parrillas argentinas, tuvo una suba de 84%.
Así las cosas, el objetivo del Gobierno de que los argentinos accedan al asado para compartir la mesa familiar está cada vez más lejano. A pesar de las restricciones, que diluyen el consumo en restoranes y los encuentros con parientes y amigos, los precios de la carne no aflojan.
Con los hechos a la vista, la intervención del Gobierno acortó diferencias entre los cortes caros y los populares, una realidad que no era lo que pretendía el oficialismo. Porque ahora todas las variedades del producto están menos accesibles.
También se registra un incremento en el precio de otras proteínas animales: el pollo vale 2% más luego de transcurrido mayo, en una suba interanual de casi 60%. En tanto, el pechito de cerdo, aumentó 3,8% en el último mes, y 67% en un año.
En ese contexto, cuesta adjudicarle la culpa de la inflación a los productores de ganadería vacuna, o responsabilizar a los frigoríficos exportadores de “dejar sin carne a la gente”.
Especialistas de la cadena de ganados y carnes explican que, lejos de generar las soluciones buscadas, el cierre de las exportaciones de carne afectó toda la secuencia de precios de una actividad que en el país involucra a 400.000 personas y 55 millones de bovinos.
Debe entenderse que el cepo a las ventas externas condiciona a todo el sector cárnico y el primer efecto indeseado es que dejó en suspenso el programa de 11 cortes a “precios populares”, financiado en gran medida por los frigoríficos exportadores. Esa referencia o “ancla de precios” que pretendía el Gobierno fue desmantelada con el freno contundente a las exportaciones, lo cual impide que buena parte del valor de las vacas la paguen los extranjeros.
Porque cada animal tiene un precio –y un costo- integral. Entonces, que haya compradores en el exterior puede ser parte de la solución y no el problema.
Fuente: TN/Campo