Muchos de los casos de trasplante de córnea, por ejemplo, podrían evitarse con un diagnóstico precoz de la enfermedad.
El queratocono puede presentarse en uno o ambos ojos y con frecuencia comienza durante la adolescencia de una persona o principios de los 20 años. Cuanto más temprana es la edad de inicio de la patología, más alto es el riesgo de que progrese y lo haga con mayor agresividad. El desafío es diagnosticarlo antes de que cause pérdida de la visión.
Si bien se desconoce el detonador de su brusca aparición, hay factores predisponentes muy bien estudiados y en muchos casos coinciden con un componente genético y una predisposición hereditaria. Un porcentaje de pacientes con queratocono tiene familiares afectados. Por este motivo, es importante que los familiares de primer grado se realicen un control ocular ante el diagnóstico inicial de queratocono.
La córnea es considerada hoy como una gran terminación nerviosa y el microtraumatismo crónico, por ejemplo, en personas que se frotan obsesivamente los ojos, podría ser otra de las causas o quizás señale el comienzo del deterioro de las fibras nerviosas.
Qué sucede con la visión
En el queratocono, la córnea se vuelve más delgada y más débil con el tiempo. Esto coincide con la desaparición y ruptura del plexo nervioso subbasal, que en ocasiones hace que se desarrolle una debilidad corneal progresiva con la consiguiente protuberancia en forma de cono de los estadios terminales de la enfermedad. El cambio anormal de forma hace que una persona tenga una visión borrosa y distorsionada, porque impide que la luz que entra en el ojo se enfoque de forma correcta.
El diagnóstico por imágenes corneales es la herramienta principal que tenemos hoy los especialistas para detectar la enfermedad a tiempo. Uno de los exámenes más frecuentes que se realizan para confirmar el diagnóstico es la tomografía corneal: a través de una cámara rotatoria se puede tener información acerca de la curvatura, el espesor y las elevaciones de la córnea, informando además los índices de riesgo del queratocono e incluso el grado avanzado de la enfermedad.
En la forma más leve de queratocono, los anteojos o las lentes de contacto blandas pueden ser de gran ayuda eventual y transitoria, pero de ningún modo modifica la progresión, y se puede perder una oportunidad única de estabilizarlo con mínimo riesgo. Si la enfermedad progresa y la córnea se sigue adelgazando, se vuelve cada vez más irregular y la visión se deteriora en forma definitiva. Ante este cuadro, los anteojos y las lentes de contacto comunes ya no aportan una corrección adecuada de la visión.
Es por esta razón que ante el diagnóstico, se puede indicar el entrecruzamiento del colágeno corneal para retardar o detener el avance, y el uso anillos dentro de la córnea para estabilizar el queratocono e incluso mejorar la visión si el daño es más grave.
Cuanto antes se trate, más chances hay de acceder a la estabilización de esta enfermedad y evitar que llegue a fases avanzadas. Muchos de los casos de trasplante de córnea, por ejemplo, podrían evitarse con un diagnóstico precoz de la enfermedad.
Fuente: TN/Con Bienestar