A un año de las cuestionadas elecciones en las que Alexandr Lukashenko se impuso con más del 80% de los votos, el presidente -que ejerce su sexto mandato- acusó a la oposición tramar un golpe de Estado.
El presidente de Bielorrusia, Alexandr Lukashenko, acusó a la oposición de haber tramado un golpe de Estado antes de las últimas elecciones e insistió en la validez de su triunfo, en el primer aniversario de controvertidos comicios que desencadenaron una ola de protestas fuertemente reprimida.
“En ese entonces llevamos a cabo la preparación para la elección y la elección misma en condiciones de total transparencia y democratización de la vida política. La diferencia fue que algunos se estaban preparando para elecciones justas, y otros pidieron golpear a las autoridades, para un golpe de estado”, dijo Lukashenko este lunes, en una conferencia de prensa.
“El año no fue fácil”, dijo en referencia a las protestas que, en su opinión, representaban “una amenaza para la unidad nacional”, informó la cadena de noticias CNN.
Bielorrusia se vio sacudida por meses de protestas que reunieron centenares de miles de personas tras la reelección de Lukashenko en los comicios del 9 de agosto de 2020, considerados fraudulentos por la oposición.Las autoridades respondieron a las protestas con una implacable represión que vio a más de 35.000 personas arrestadas y miles golpeadas por la policía.Las principales figuras opositoras fueron encarceladas u obligadas a abandonar el país.
Lukashenko denuncia que sus oponentes son “títeres extranjeros” y acusado a Estados Unidos y sus aliados de conspirar para derrocar a su Gobierno.
Las autoridades intensificaron su represión contra la disidencia en los últimos meses, apuntando a periodistas y activistas por la democracia con redadas y arrestos e incluso con el desvío de un avión a la capital, Minsk para arrestar a un disidente que iba a bordo.
La presión sobre los disidentes provocó la indignación internacional, y Estados Unidos y la Unión Europea (UE) adoptaron sanciones dirigidas a altos funcionarios gubernamentales y sectores clave de la economía bielorrusa.
En respuesta a las sanciones, Lukashenko dijo este lunes que su país no intentará detener el flujo de inmigrantes ilegales a la UE.También amenazó con dejar de cooperar con Estados Unidos en la lucha contra el contrabando de materiales radiactivos si continúa la presión de las sanciones.
La semana pasada, Bielorrusia volvió a estar en el centro de la agenda informativa en los Juegos Olímpicos de Tokio, cuando una velocista olímpica de esa nacionalidad acusó a los funcionarios del país de intentar ponerla en un avión de regreso a Bielorrusia después de que criticara públicamente la gestión de su equipo en los juegos.Kristina Timanovskaya se negó a abordar el avión y, en cambio, buscó refugio en Polonia.
En su primer comentario sobre el incidente, Lukashenko la acusó de ser un “títere extranjero”, diciendo que “ella no lo habría hecho ella misma si no hubiera sido manipulada”.
Casi al mismo tiempo, el activista bielorruso Vitali Shishov, que dirigía un grupo en Ucrania de ayuda a los disidentes que huían de la persecución, fue encontrado ahorcado en Kiev, y sus aliados alegaron que las autoridades bielorrusas estaban detrás de su muerte.
Lukashenko negó que su Gobierno estuviera implicado en la sospechosa muerte del activista y exigió a Ucrania que investigara esa muerte.
“Hay que resolverlo. Pero si nos ha acusado, pongan hechos sobre la mesa. ¡Hechos sobre la mesa! “, dijo.
Fuente: Telam