Se llama Tahizna Marrone y a los 18 años combatió 72 días en Bahía Fox. La acompaña como diputada una trabajadora sexual trans.
En enero de 1982 Osvaldo Marrone transitaba sus 17 años cuando los números de su documento decidieron su destino: salió sorteado para hacer el servicio militar obligatorio. Tres meses meses después, con 18 recién cumplidos, su vida daría un primer vuelco: aterrizó en Malvinas para luchar por la soberanía de las islas contra el ejército inglés.
Estuvo durante 72 días en un pozo de zorros en la Bahía Fox, en la Isla Gran Malvina, semienterrado en fosas de menos de 2 metros de profundidad por 2 de ancho, con techos disimulados con tierra y pasto, que se construyeron para que no los vieran desde los aviones.
“El primero de mayo de 1982 tuvimos el bautismo de fuego. Los aviones pasaban bombardeando todas las noches, teníamos fuego naval sobre nuestras posiciones. La tierra temblaba, parecía un terremoto, y se escuchaban los estruendos de los bombardeos de los ingleses”, recuerda.
Estaba en la compañía 9 en el Regimiento de infantería 25 en Colonia Sarmiento, provincia de Chubut junto a ocho soldados de su pueblo, Corral de Bustos.
Tahizna Marrone, a sus 18 años era Osvaldo y combatió durante 72 días en Bahía Fox en las Islas Malvinas. Foto: Archivo personal.
Hoy no se considera excombatiente sino “combatiente en y por Malvinas” porque -según su visión- los soldados argentinos entregaron las armas pero no se rindieron. “Creo que ninguno de los que estuvimos allá nos rendimos“, reconoce.
Y aunque recuerda sus más de 70 días en el territorio como “tediosos y bravos”, reflexiona: “Me dejó también muchas enseñanzas como el compañerismo, el respeto por los demás y por la vida. Malvinas me dio las fuerzas necesarias para enfrentar todo lo que ha sucedido después en mi vida”.
La guerra le dejó secuelas, como a todo excombatiente. Y 30 años después de Malvinas, algo volvió a cambiar en la vida de Osvaldo, que hoy se llama Tahizna.
Un diagnóstico médico le puso nombre y explicación a lo que estuvo en su cuerpo toda la vida: tiene un cromosoma extra y un síndrome llamado Klinefelter. Es lo que la directora de cine Lucía Puenzo contó en su película estrenada en 2007: ni XY, como los hombres, ni XX, como las mujeres: es XXY.
─Hoy soy Tahizna por haber estado en la guerra y por las fuerzas que aprendí a tener
“Desde la primaria tenía una guerra interna entre varón y mujer. Si bien me resultaba más cómodo vestirme de chica, hasta hace poco ganaba la mirada de los otros que me obligaba a ser hombre: viví condicionada por mi familia y por la sociedad. En Malvinas ya me sentía mujer, pero no pude manifestarlo”, explicó en 2017, cuando este diario contó su historia por primera vez.
Osvaldo, que se enamoró y fue padre de mellizos, cambió su partida de nacimiento para empezar a vivir como siempre se percibió: una mujer intersexual. Tahizna.
En los encuentros con el resto de los ex combatientes apareció en escena ella, Tahizna, y la aceptaron.