El rosarino le dio a la Argentina la tercera medalla en la competencia, después de Antonella Ruiz Díaz (lanzamiento de bala F41) y Yanina Martínez (200 metros de atletismo T36).
El rosarino Fernando Carlomagno consiguió la medalla de plata en la prueba de 100 metros espalda S7 de natación, para acumular la tercera presea de la delegación argentina en los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020. “Pipo” quedó a solo 69 centésimas del ucraniano Andrii Trusov, quien rompió el récord mundial con 1:08.14, pero logró su primera medalla paralímpica, lo que ratificó su crecimiento desde Río 2016.
Fue una final histórica para la Argentina porque, además, hubo otros dos representantes albicelestes: Iñaki Basiloff fue séptimo con 1:15.00 y Lucas Poggi octavo con 1:15.22, para quedarse con sendos diplomas paralímpicos.
La última medalla plateada en natación la había conseguido Guillermo Marro en Atenas 2004 en esta misma categoría, mientras que la de “Pipo” Carlomagno es la tercera en Tokio 2020 después de los bronces de Antonella Ruiz Díaz (lanzamiento de bala F41) y Yanina Martínez (200 metros de atletismo T36).
La familia Carlomagno ya estaba relacionada a los Paralímpicos, porque Fernando padre compitió tres Juegos: Atlanta 1996, Sidney 2000 y Atenas 2004. “Pipo”, ahora con 29 años, elevó ese techo y consiguió cerrar un notable ciclo paralímpico, donde los resultados durante estos años lo respaldaron para llegar como candidato.
Desde Río 2016, según recordó el sitio especializado “Paradeportes.com”, su camino se llenó de podios: en el 2019, tuvo un año mágico con tres medallas en los Juegos Parapanamericanos de Lima (una dorada y dos de bronce) y también se quedó con la de bronce en el Mundial de Londres (en los 100 metros espalda S7).
La pandemia hizo que Tokio tenga que esperar un año: “El año pasado hubiera llegado mejor de energía, pero este año llego mejor desde lo físico. Gané y perdí con la pandemia”, reveló. No competir también le sirvió a Fernando para meterse de lleno en su otra gran pasión: “Estoy estudiando para maestro de educación primaria. A mi edad, y más allá de la natación, pienso en el futuro. Un día el físico dirá basta y hay que tener algo planeado. Además, me gusta la idea de que los más chicos vean que una persona con discapacidad también pueda estar al frente de un aula y transmitir todo su conocimiento y experiencia”, dijo.