Cada 7 de agosto se celebra en Argentina a San Cayetano, venerado por los fieles como “el patrono de la Paz, el Pan y el Trabajo”. Cómo y donde nació esa devoción en nuestro país al Santo Italiano. Quien la trajo y por qué se convirtió en una de las fiestas más importantes de la iglesia argentina y santafesina.
En la ciudad, los festejos se realizarán en el santuario ubicado en Padre Genesio 1644, con aforos y sin procesión.
Misas 07:00, 08:30, 10:00, 11:30, 13:00, 14:30, 16:00, 17:30 y 19:00 hs
Cayetano había desarrollado su actividad en Venecia, donde nació, y luego en Roma y Nápoles, en la época del Renacimiento. Que era hijo de una ilustre familia; muy bien dotado intelectualmente, doctorado en derecho civil y canónico, en filosofía y teología; actuó en la cancillería de los Estados Pontificios en asuntos políticos y eclesiásticos. Ordenado sacerdote, su dinamismo y fervor se tradujeron en la predicación y en múltiples obras de asistencia espiritual y social para los pobres, marginados, enfermos y necesitados. Su lema fue “Nada para sí, todo para el prójimo”. Y según sus biógrafos, “pasó su vida haciendo el bien”. Distribuyó sus riquezas y combatió la corrupción. Vivió santamente, en pobreza absoluta y en entrega a los pobres. Construyó hospitales para infecciosos, fundó un banco para solventar el problema económico de los más necesitados. Por todo esto, el pueblo lo llamó en vida “Beato Cayetano”, y la Iglesia, al llevarlo a los altares, lo hizo patrono de la “Providencia”.
Después, los signos de los tiempos modernos lo nombraron patrono del pan y del trabajo. No hay mucho registro sobre el origen de la devoción a San Cayetano, pero ciertas tradiciones e historias, testimonian que la cosa comenzó en Santiago del Estero, allá por 1730, a propósito de la actividad de una mujer muy cristiana, de estirpe santiagueña y de acomodada familia: María Antonia de la Paz y Figueroa, que no fue otra que la hoy conocida como Mamá Antula, declarad Beata en 2016 por el Papa Francisco.
Esa notable mujer repartió sus riquezas entre los pobres y se entregó a la vida espiritual, poniéndose bajo la dirección de los padres jesuitas. A partir de entonces, se propuso evangelizar al pueblo mediante la predicación de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio y la práctica caritativa de las obras de misericordia, a la manera de San Cayetano. Así recorrió el norte argentino, y luego llegó a Buenos Aires para fundar poco después “La Santa Casa de Ejercicios Espirituales”, en la calle Independencia, cumpliendo desde entonces su apostolado específico.
Su biografía y su testamento testimonian su gran admiración por la Compañía de Jesús y sus devociones predilectas: San Ignacio, San Francisco Javier, San Francisco de Borja y San Cayetano, a quien llamó abogado de la Providencia porque siempre le proporcionó, a ella y a sus fundaciones, socorros inesperados. Así mandó que en sus casas religiosas fueran venerados los santos mencionados y se considerase a San Cayetano segundo patrono de su fundación.
Las hermanas del Divino Salvador -nombre de la congregación religiosa de Sor María Antonia de la Paz- recibieron en 1875 una gran donación de terrenos baldíos y quintas en Liniers y adyacencias, aún más allá del cinturón de circunvalación, lo que actualmente es la avenida General Paz; y allí levantaron una casa de descanso, un colegio y una capilla u oratorio, bajo el patrocinio de San Cayetano. Más tarde se levantó un templo de una sola nave, en cuyo retablo estaba ubicada una imagen del santo, transformándose finalmente en parroquia, y alrededor de ella se formó el barrio de Liniers, un barrio de trabajadores y comerciantes. Poco después se armonizó su arquitectura con dos naves laterales, rematándose su bóveda con vitrales que ilustran la biografía del santo.
San Cayetano era desconocido en la Argentina. El prestigio de su santidad, su popular acción política eclesiástica y religiosa, su reforma de la Iglesia, del clero, y su preocupación por el pueblo cristiano abandonado fueron conocidos en Italia y en la Europa cristiana. Pero una vez cumplida su misión histórica, se perdió en el olvido, llegándose casi a ignorarlo en su propia tierra natal. Sin embargo, en aquel momento en Buenos Aires, en Liniers, se lo redescubre, iniciándose su culto en aquella capilla.
Desde hace más de cien años la devoción se viene acrecentando y organizando progresivamente, mediante la acción pastoral de los sacerdotes que se sucedieron en la parroquia y por la presencia siempre vigente y eficaz del santo.
Hoy, por segundo año consecutivo, no se formará aquella famosa cola a las puertas de cada iglesia bajo la advocación de San Cayetano, debido a las medidas de protección por la pandemia de Covid-19. Sin embargo, y a pesar de que la iglesia ha tenido que modificar las celebraciones y la gente la tradición para pedir o agradecer al Santo patrono de la Paz, el Pan y el trabajo, con esta realidad, hay muchos motivos para pedirle, como la ha hecho el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, Monseñor Oscar Ojea, “que mire una vez más a nuestra Argentina”.
En la ciudad de Santa Fe
En la Parroquia de San Cayetano, ubicada Padre Genesio al 1700 de la capital provincial, las puertas estarán abiertas desde las 6 de la mañana hasta las 20.30 horas, con celebración de 9 misas, una cada hora y media, comenzando con la primera a las 7 y respetando el aforo máximo del 50 por ciento de ocupación del templo, de acuerdo al orden de llegada de los fieles, según detalló el Padre MAtías Vecino, párroco de San Cayetano en Radio EME.