Los franceses ya se acostumbraron a mostrar su certificado en restaurantes, bares, gimnasios y museos.
Pese a las movilizaciones de grupos antivacunas, el “pase sanitario” impulsó la vacunación contra el coronavirus en una Francia hasta hace poco rezagada y logró recabar el apoyo de la mayoría de la población, a siete meses de la elección presidencial.
Siete semanas después de que el presidente Emmanuel Macron anunciara su aplicación, los franceses ya se acostumbraron a mostrar su certificado en restaurantes, bares, gimnasios y museos.
Las personas completamente inmunizadas pueden aspirar a esta llave de acceso a una mayor vida social y cultural, así como quienes den negativo a un test de diagnóstico o superaron la Covid-19 en los últimos seis meses.
“Al principio no pensaba que funcionara”, pero “la gente lo ha entendido y se respeta relativamente”, estima Djillali Annane, jefe del servicio de reanimación del hospital Raymond-Poincare de Garches, en la región de París, citado por la agencia de noticias AFP.
A pesar de las críticas a una medida, millones de personas dieron el paso hacia la inmunización para evitar someterse a pruebas de diagnóstico cada tres días.
Respecto de los vacunados con al menos una dosis, Francia superó en las últimas semanas a Estados Unidos y Alemania, así como al Reino Unido e Italia, según datos oficiales.
La segunda economía de la Unión Europea (UE) administró al menos una dosis al 72,3% de su población y, junto a Suecia y Finlandia, vacuna a uno de los ritmos más altos del bloque: un 0,6% de la población por día.
Pero todavía está lejos de alcanzar los países europeos más avanzados como España, Italia, Malta y Portugal, donde más del 80% de las personas han recibido una primera dosis.
Según los sondeos recientes de Elabe, entre el 64% y el 77% de los franceses apoyan esta medida, y la confianza en la gestión de la crisis sanitaria por el Gobierno está en su mayor nivel desde el inicio de la pandemia.
Fuente: Telam