El remisero de 38 años que se entregó por el macabro crimen de María Isabel Ruglio, la jubilada de 73 años mutilada y arrojada al arroyo Saladillo en febrero del 2020, fue imputado en una audiencia desarrollada en el Centro de Justicia Penal.
El fiscal Adrián Spelta le adjudicó el delito de homicidio doloso calificado por codicia en grado consumado en carácter de coautor funcional. El juez Román Lanzón dictó la prisión preventiva efectiva por 60 días mientras sigue la investigación de los hechos.
El hombre se entregó luego de que a principios de esta semana Marcelo Alberto Fernández, acusado por la fiscalía junto a su pareja Josefa Richarte Carrasco, reconociera ser quien mató a la mujer pero que el encargado de hacer desaparecer el cuerpo fue un remisero amigo que solía pasar por su casa.
Según la declaración de Fernández, ese día estaba ebrio en su casa y tuvo una discusión con la mujer: “Yo la agarré del cuello y se me fue la mano”, dijo. Si bien en un principio pensó que la mujer, que les alquilaba la casa a cambio de cuidados y acompañamiento, estaba desmayada, con el correr del tiempo entendió que la había asesinado.
En ese momento llegó a la casa un remisero amigo que, al ver que las luces de la casa estaban prendidas frenó y se encontró con la escena.
“Yo me deshago del cuerpo”, habría sido la primera reacción del hombre que al momento no figuraba en la investigación. A cambio de eso, le habría pedido un departamento que pertenecía a la familia de Fernández y que se encontraba a la venta.
Fernández en su declaración aseguró que la muerte de María Isabel Ruglio no tenía nada que ver con la intención de quedarse con la vivienda, sino que todo empezó con una discusión que se fue de control.