Es importante para detectar peligros y gran parte de esta capacidad es más inconsciente que la de la visión y el oído.
La capacidad de detectar y reaccionar ante el olor de una amenaza potencial es una condición clave para nuestra supervivencia y la de otros mamíferos. Utilizando una técnica novedosa, los investigadores del Instituto Karolinska, de Suecia, pudieron estudiar lo que sucede en el cerebro cuando el sistema nervioso central juzga que un olor representa un peligro. El estudio, que se publica en PNAS, indica que los olores negativos asociados con lo desagradable o la inquietud se procesan antes que los olores positivos y desencadenan una respuesta de evitación física.
“La respuesta de evitación humana a los olores desagradables asociados con el peligro se ha visto durante mucho tiempo como un proceso cognitivo consciente, pero nuestro estudio muestra por primera vez que es inconsciente y extremadamente rápido”, dice el primer autor del estudio, Behzad Iravani, investigador del Departamento de Neurociencia Clínica del Instituto Karolinska.
Ana Cofré (M.N.117.124), médica avezada en Patología de Olfato y Gusto y Miembro de la Red Olfato Argentina, explica a Con Bienestar que los receptores de olores ubicados en el techo de nuestras fosas nasales captan el estímulo olfativo que es enviado al bulbo olfatorio como señal eléctrica. La función del bulbo es captar y procesar la información y distribuirla a diferentes partes de nuestro cerebro sobre todo al sistema límbico.
El órgano olfativo ocupa alrededor del cinco por ciento del cerebro humano y nos permite distinguir entre muchos millones de olores diferentes. Una gran proporción de estos olores está asociada con una amenaza para nuestra salud y supervivencia, como la de los productos químicos y los alimentos en mal estado. Las señales de olor llegan al cerebro dentro de 100 a 150 milisegundos después de ser inhaladas a través de la nariz.
Medición de la respuesta olfativa
La supervivencia de todos los organismos vivos depende de su capacidad para evitar el peligro y buscar recompensas. En los seres humanos, el sentido olfativo parece particularmente importante para detectar y reaccionar a estímulos potencialmente dañinos.
Pasó mucho tiempo hasta poder conocer qué mecanismos neuronales están involucrados en la conversión de un olor desagradable en un comportamiento de evitación en los humanos.
La razón era la falta de métodos no invasivos para medir las señales del bulbo olfatorio, la primera parte del rinencéfalo (literalmente “cerebro de la nariz”) con conexiones directas (monosinápticas) a las partes centrales importantes del sistema nervioso que nos ayudan a detectar y recordar situaciones y sustancias amenazantes y peligrosas.
Investigadores del Instituto Karolinska desarrollaron un método que por primera vez hizo posible medir las señales del bulbo olfativo humano, que procesa los olores y, a su vez, puede transmitir señales a partes del cerebro que controlan el movimiento y el comportamiento de evitación.
“El proceso de interpretación de los olores es el más arcaico de todos los sentidos, ya que su desarrollo comienza en la vida intrauterina”, explica Cofré.
El sistema de alerta más rápido
Los resultados se basan en tres experimentos en los que se pidió a los participantes que calificaran su experiencia de seis olores diferentes, algunos positivos, otros negativos, mientras que se midió la actividad electrofisiológica del bulbo olfatorio al responder a cada uno de ellos.
“Estaba claro que el bulbo reacciona específica y rápidamente a los olores negativos y envía una señal directa a la corteza motora dentro de unos 300 ms (milisegundos)”, dice el último autor del estudio, Johan Lundström, profesor asociado en el Departamento de Neurociencia Clínica del Instituto Karolinska. Y amplía: “La señal hace que la persona inconscientemente se incline hacia atrás y lejos de la fuente del olor. Los resultados sugieren que nuestro sentido del olfato es importante para nuestra capacidad de detectar peligros en nuestra vecindad, y gran parte de esta capacidad es más inconsciente que nuestra respuesta al peligro mediada por nuestros sentidos de la visión y el oído”.
Fuente: TN/Con Bienestar