Ante la búsqueda constante de una dieta más saludable de parte de los consumidores, el cultivo de esta legumbre se extiende cada vez más en diferentes regiones agrícolas del país. Avanzan un estudio para la industrialización con agregado de valor.
Guisante, chícharo o petipuás, la arveja es reconocida mundialmente en diferentes regiones del planeta por su presencia en la gastronomía, que cada vez adquiere más protagonismo gracias a sus altos contenidos nutricionales.
Históricamente, Las legumbres fueron mayormente utilizadas como alimento para forraje de animales. Sin embargo, debido a la proporción equilibrada de proteínas y nutrientes que ofrecen, se han incorporado a la dieta humana.
La concientización de la sociedad sobre las dietas basadas en proteínas vegetales llevó a la necesidad de buscar alimentos que contengan las legumbres y el desarrollo de nuevos productos se presenta como una gran oportunidad.
“La ciencia ha comprobado que la arveja es uno de los alimentos que mayor cantidad de carbohidratos y proteínas posee por unidad de peso, destacándose como una importante fuente de sacarosa y aminoácidos, incluyendo lisina. Además, contiene una buena cantidad de vitaminas y nutrientes, muy útiles para la salud”, destaca en un documento el docente Luis De Bernardi.
Investigación conjunta del INTA y la universidad de Rosario
Por ese motivo, cada vez más productores argentinos se dedican al cultivo de esta planta. Y al constituir una oportunidad de diversificación productiva, desde el año 2014, el INTA Oliveros (Santa Fe) y la Facultad Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Rosario trabajan en programas de mejoramiento y el desarrollo de nuevas variedades de legumbres con destino industrial.
La región sudeste de la provincia santafesina se caracteriza por la producción primaria de leguminosas, especialmente arvejas. Este cultivo presenta una producción aproximada de 100.000 toneladas anuales, de las cuales más del 50% se destina a la exportación.
Cecilia Accoroni, investigadora del INTA en esa localidad, explicó que los granos presentan alto valor nutritivo, pero que “no tienen el reconocimiento que merecen debido a un grado insuficiente de innovación para el desarrollo de productos que se adapten a la vida actual, y también por la baja producción local”.
Además de sus ventajas para la salud, se suman el bajo precio, la facilidad de almacenamiento, la calidad nutritiva y la seguridad alimentaria, que hacen que los productos a base de legumbres o enriquecidos con las mismas sean cada vez más interesantes de desarrollar.
Para Accoroni, las arvejas se pueden industrializar en conservas, congelados, en forma de harinas, concentrados, texturizados y aislados que “parecen tener buenas expectativas en el mercado ya que permite la obtención de alimentos de elevada calidad nutricional y organoléptica, novedosos y a bajo costo”.
Un aspecto importante de la investigación conjunta fue comparar el contenido y la calidad de las proteínas presentes en distintos cultivares de arveja. “Estos parámetros son fundamentales para el posterior procesamiento de harinas y el avance industrial de la cadena de agregado de valor”, explicó la especialista.
Recientemente, en el INTA Oliveros, comenzaron los estudios para ajustar la calidad industrial de las harinas de arvejas en la producción de concentrados, aislados, y texturizados para así determinar la potencialidad de las mismas para la elaboración de productos ricos en proteínas.
Fuente: TN/Campo