El mundo estuvo incomunicado vía redes sociales por al menos seis horas. ¿Qué puede provocar esa abstinencia en los usuarios?
Hace años que el celular pasó a ser parte de nuestras vidas y casi una extensión de nuestros cuerpos: lo llevamos para todos lados, ya sea por entretenimiento, para comunicarnos, trabajar, entre tantas otras cosas. En el siglo XXI, existen trastornos para casi todo, pero ¿quién hubiera pensado que un dispositivo móvil podría causar problemas serios en nuestro organismo? Conscientemente, nadie. Sin embargo, la realidad nos dice que nos afecta y mucho.
Hace tiempo que los psicólogos advierten sobre las consecuencias del uso excesivo de la tecnología: depresión, aislamiento, problemas para la comunicación interpersonal, etcétera. Ahora, y ante la caída global de ayer de Whatsapp, Instagram y Facebook, los especialistas alertaron sobre un trastorno poco conocido: la nomofobia.
Qué es la nomofobia
La nomofobia (non-mobile-phone-phobia) es conocida como “la enfermedad del siglo XXI”. Es el miedo o la ansiedad extrema de carácter irracional que se origina cuando una persona permanece mucho tiempo sin poder usar su dispositivo móvil, ya sea porque no hay conexión a internet, porque se olvidó el teléfono, por no tener batería o porque se cayó el servicio, como sucedió ayer con los que pertenecen a Mark Zuckerberg.
Cuáles son las causas de la nomofobia
De acuerdo con Antonio Manuel Rodríguez García, doctor en Didáctica y Organización Escolar de la Universidad de Granada (en España), los cuatro factores principales de la nomofobia son: imposibilidad para comunicarse con otros, pérdida de conexión, incapacidad de acceder a la información y la renuncia a la comodidad. Para los especialistas, quienes padecen este trastorno suelen sentir picos de ansiedad, agobio, miedo y hasta llegan a sentirse paralizados en el caso de no poder comunicarse mediante su celular.
Cuál es la diferencia entre la nomofobia y la dependencia
Según explicó Rodríguez García en un artículo publicado en The Conversation Magazine, la nomofobia es un miedo mucho más extremo que la dependencia hacia algo o alguien. Este trastorno realmente trae consecuencias físicas y mentales en quienes lo padecen, al punto de entorpecer su vida cotidiana y de nublar su comportamiento. Para él, puede crear inestabilidad, agresividad y dificultades de concentración, y afecta negativamente la personalidad del individuo: la autoestima, la ansiedad, el estrés y el rendimiento académico o laboral.
A cuántas personas se estima que afecta en el mundo
Una investigación española reveló que la nomofobia afecta al 53% de los usuarios de teléfonos celulares del mundo. “Los hombres son los que experimentan una mayor ansiedad cuando les queda poca batería o cobertura de señal”, sostuvieron. Esa ansiedad parece afectar al 58% del género masculino mientras que en las mujeres este sentimiento se da en aproximadamente el 48% de los casos.
Por su parte, un equipo de investigadores de la Universidad de Hong Kong y la Universidad Sungkyunkwan en Seúl sugirió que esta “ansiedad por separación” está determinada por la dependencia que tenemos de nuestros teléfonos “para crear, almacenar y compartir nuestros recuerdos personales”. Eso permitiría entender mucho mejor por qué algunos necesitan llegar hasta el punto de embarcarse en un retiro tecnológico (“detox tecnológico”) o a terapia de desintoxicación de la tecnología, sin Whatsapp ni Facebook ni ninguna otra app.
Según el estudio, cuantos más recuerdos generes con tus dispositivos, más dependiente te volverás de ellos. Cuando no dejamos de tener el celular en la mano, es muy posible de estar en un caso de nomofobia.
Los investigadores sostienen que este hallazgo confirma que “el uso problemático de los teléfonos inteligentes puede provocar efectos negativos tanto en la condición física de los usuarios como también en la calidad general de su vida cotidiana”. Los autores del trabajo aseguran que la utilización del celular tiene muchas ventajas, pero también está produciendo cambios en determinadas funciones cerebrales.
“Se observaron casos de disminución de la orientación espacial desde que utilizamos las aplicaciones de geolocalización, al dejar de ejercitar áreas cerebrales relacionadas con dicha aptitud. Quizás con el tiempo, la epigenética se encargará de la manifestación en nuestros genes de este déficit y de introducir otros cambios imprevisibles relacionados con los múltiples dispositivos que utilicemos e incrementar otras capacidades en nuestro hardware”, consignaron los expertos.
Fuente: TN/Con Bienestar