Los síntomas más frecuentes son dificultad para caminar o mantenerse de pie, náuseas y problemas en la visión.
Sufrir mareos no es nada agradable: de repente parece que el suelo se hundiera bajo los pies y todo comienza a dar vueltas. En ocasiones, estos episodios pueden durar horas e incluso días. Otras veces duran apenas unos pocos segundos o minutos.
De acuerdo con la Fundación Alemana del Cerebro, los síntomas más frecuentes de los mareos son dificultad para caminar o mantenerse en pie, náuseas y problemas en la visión.
Sin embargo, su causa no es siempre orgánica, sino que puede tener un origen psíquico. En esos casos, se habla de vértigo psicógeno, aunque algunos neurólogos, como el profesor alemán Frank Erbguth, prefieren catalogarlos como “mareos funcionales”.
“La palabra ‘psicógeno’ sugiere que la persona afectada se imagina el mareo”, afirmó el director médico de la Clínica Universitaria de Neurología en Nüremberg, Alemania, y presidente de la Fundación Alemana del Cerebro. Según aclaró, estos mareos no tienen nada de imaginario.
El estrés y la depresión pueden ser los detonantes de mareos funcionales o persistentes. “Muchas de las personas con trastornos de ansiedad también sufren de ataques de mareos”, explicó el profesor Claas Lahmann, de la Sociedad Alemana de Medicina Psicosomática y Psicoterapia Médica (DGPM, por sus siglas en alemán).
Cómo se produce un mareo
Por otra parte, no todos los detalles de cómo se produce un mareo están lo suficientemente investigados. Una de las explicaciones para algunos ataques, pero no todos, es la siguiente: al parecer se produce un conflicto cuando no coinciden las informaciones que proporcionan los ojos y el sistema vestibular en el oído interno (controla el equilibrio), que convergen en el cerebro.
Muchas personas lo experimentan al andar en auto. Si el camino es muy sinuoso y como acompañante en el coche se está leyendo algo, es probable que se sientan mareos. Esto se debe a que el cerebro registra que el oído está informando acerca de movimientos. Sin embargo, los ojos, fijos en la página, proporcionan otro tipo de información. Estas señales contradictorias hacen que surja una sensación de mareo que puede ir acompaña de náuseas.
En el caso de los mareos funcionales, también hay algo en la vida que no está en equilibrio. Los afectados pueden estar atravesando un conflicto emocional de peso, como por ejemplo la muerte de un familiar, una separación o situaciones de estrés. A esto pueden sumarse depresiones o trastornos de ansiedad.
Estos ataques suelen aparecer siempre en situaciones determinadas. Pueden surgir subiendo en un ascensor, cruzando una calle o puente o en la fila de espera para la caja del supermercado. Los afectados viven el mareo como algo tan amenazante que luego intentan evitar en lo posible la situación que lo causó.
“Esta postura de evitación hace que los afectados caigan cada vez más en una introspección y se vuelvan aún más inseguros”, dijo Lahmann, director médico del Departamento de Medicina Psicosomática y Psicoterapia de la Clínica Universitaria de Friburgo, en Alemania. Su consejo fue consultar cuanto antes con el médico en caso de sufrir mareos e investigar si estos tienen una causa orgánica.
Los mareos también pueden estar asociados a enfermedades del sistema vestibular del oído interno, como la enfermedad de Menière, o a la inflamación del nervio vestibular. A veces, son un síntoma de presión arterial demasiado baja o alta o de arritmia cardíaca.
Determinados medicamentos o el alcohol también pueden causar mareos, que pueden manifestarse de distintas formas, como por ejemplo una sensación falsa de movimiento o de giro, aturdimiento o sensación de desmayo, inestabilidad o pérdida del equilibrio, o la sensación de estar atontado, con la cabeza pesada.
“Si se descartan causas orgánicas y los mareos son funcionales, el primer paso es que el paciente tome consciencia de que, si bien le atemorizan, hay formas de contrarrestarlos fácilmente”, sostuvo Frank Erbguth. Algunas técnicas de relajación, como la muscular progresiva de Jacobson y el entrenamiento autógeno, pueden ser de ayuda. Según el caso, también puede ser aconsejable tomar un antidepresivo.
Ejercicios para combatir los mareos
La fisioterapia y moverse mucho al aire libre también sirven para combatir los mareos funcionales. “Es muy útil entrenar el equilibrio jugando”, señaló Claas Lahmann.
Algunos pequeños ejercicios pueden incorporarse fácilmente a la vida cotidiana, como cepillarse los dientes parado en un solo pie, por ejemplo, o ejercicios sacudiendo la cabeza. Estos se realizan de la siguiente manera: sentado o de pie, y fijando la mirada en un punto, hay que inclinar la cabeza hacia delante y hacia atrás, y posteriormente girarla hacia la izquierda y la derecha. La idea es comenzar con los movimientos lentamente al principio y luego, ir aumentando la velocidad.
Según Lahmann, es muy importante no evitar las situaciones en las que aparecen los mareos. Por el contrario, las personas afectadas deben enfrentarlas a conciencia.
Fuente: TN/Con Bienestar