El fallecimiento de Carlos Monzón fue un hecho trágico que sacudió a la Argentina en aquel 8 de enero de 1995.
Monzón purgaba la recta final de una condena por el homicidio de Alicia Muñiz, su ex pareja. Para esa altura de su pena, le fue permitido salir del penal de Las Flores (Santa Fe) de día para cumplir con las obligaciones de un empleo con la condición de regresar por la noche al recinto.
Ese día el auto a velocidad y la mala señalética y balizamiento del paraje provocaron el accidente mortal en que además, sus dos acompañantes sufrieron daño: un hombre falleció, una mujer resultó herida.
Al día siguiente, alrededor de 60 mil personas se congregaron en el panteón para despedir al mejor boxeador argentino de la historia.
Pero antes de esta debacle fatal, el hombre estuvo en la cresta de la ola y a pesar de sus antecedentes criminales, su gloria deportiva ha rebasado cualquier mancha en su expediente, o cuando más, divide la opinión entre el boxeador y el criminal, debate que año con año, en el aniversario luctuoso, sale a relucir.
Pero antes de esto, fue un boxeador reconocido como de los mejores libra por libra, con 14 defensas titulares exitosas. La mayor parte de sus peleas fueron en Argentina, pero la campanada la dio el 7 de noviembre de 1970, cuando enfrentó y venció por nocaut técnico a Nino Benvenuti. En ese momento y hasta su retiro en 1977, se mantuvo como campeón de peso medio.
Enfrentó a Emile Griffith, José Mantequilla Nápoles
De la mano del legendario Amílcar Brusa logró grandes victorias, una racha de 13 años sin derrotas y llegó a la punta del boxeo mundial.
En el entretiempo, en su vida de ídolo se dio el lujo de participar en películas. Luego dejó el boxeo y sus problemas se acentuaron con la presencia de excesos en los vicios.
Una condena por homicidio en lo que primero se manejó como un accidente, aunque después se confirmó que Alicia Muñiz ya había fallecido (por asfixia) cuando cayó por el balcón, determinó la suerte y el final de Monzón.
Y eso no lo quita que sea admirado a 25 años de su muerte por los aficionados de la vieja guardia y de la nueva del boxeo.