Los matarifes aseguran que la reglamentación del troceo “hará fracasar la medida”. Desde los frigoríficos, en tanto, apuntaron a la disparidad de criterios para las plantas.
La medida más esperada para los operarios de carga y descarga de medias reses en el país, el troceo en piezas de hasta 32 kilos de carne cada una, está pronta a su implementación. Se trata de una iniciativa celebrada principalmente por las gremiales de trabajadores, aunque también fue recibida con buenos augurios desde los empresarios frigoríficos y los distribuidores. Sin embargo, la implementación de la misma divide las aguas en el sector privado y algunos eslabones de la cadena señalaron el “doble estándar” que tendrá. “La medida tendrá como destino final el fracaso”, advirtieron los matarifes.
“En el marco de las medidas anunciadas por el Gobierno para la cadena de ganados y carnes a finales del año pasado, una de ellas estipula que a partir de este año el sistema de media res se cambiará por el troceo. Entendemos que deberá implementarse, y que representará un alivio para los operarios que cada día descargan las medias reses en las carnicerías. Apunta a la modernización del consumo”, señalaron desde la Cámara Argentina de Matarifes y Abastecedores (CAMyA).
De todos modos, hay reparos. En el sector entienden que la misma, reglamentada días atrás a través de la resolución 10/2021, y que establece plazos de entre tres meses y un año para que los frigoríficos se pongan a reglamento con la nueva normativa, tiene “doble estándar”. ¿Por qué lo dicen?
En CAMyA observan que algunos frigoríficos no cuentan con la capacidad para realizar las modificaciones que ahora pasarán a exigirse. “Cuando empiece a aplicarse habrá un incremento en los costos, tanto por logística como el transporte y los insumos”, adelantaron.
“Esta medida no será viable por cuanto introduce una profundización en el doble estándar sanitario al fijar plazos diferentes de adecuación a las plantas de tráfico federal, en relación con las provinciales y municipales. Eso requiere inversiones tanto en las plantas industriales como en la logística de distribución, y esto representa un claro impacto en los costos”, precisó Leonardo Rafael, presidente de CAMyA.
Y alertó: “Si los plazos de amortización son desiguales pondrán en distintas condiciones de competencia a los actores del mercado”.
El temor de los matarifes y abastecedores radica en la posibilidad de que la medida oficial “nivele para abajo” en la actividad.
“Algunos actores inescrupulosos del sector, seguramente minoritarios pero con fuerza suficiente para alterar el normal funcionamiento del mercado, buscarán sacar ventaja mediante la desinversión y la especulación sobre nuevos plazos y prórrogas”, graficó el titular de la Cámara.
“Ante este escenario, la medida tendrá como destino final el fracaso”, opinó.
La informalidad en las carnicerías, otro eje del debate
En CAMyA advirtieron que el grado de informalidad en carnicerías del Conurbano bonaerense asciende al 80%. “Hay muchas que ni siquiera tienen regularización impositiva, mucho menos se les podrá pedir un estándar sanitario, porque no tienen habilitación”, graficaron desde la entidad. Y apuntan a una posibilidad latente: que con el mayor grado de troceo se eleven los focos infecciosos.
“Al cortar la carne tenés más focos, y si hoy el Estado no puede controlar a la gran cantidad de carnicerías sin registrar que hay, ¿cómo podrá garantizar la sanidad en el troceo ante la gran marginalidad que hay en el sector? Es paradójico”